EL CALAFATE.- La GM Carolina Luján, campeona argentina y panamericana, y ubicada en el top 100 de los ajedrecistas del mundo se encuentra en Santa Cruz desde hace diez días y ayer arribó a El Calafate donde brindó una clínica para chicos y adolescentes. Es una promotora del juego cuya enseñanza considera que debería incluirse en las escuelas de forma sistematizada, "más allá de que hoy existe en algunas escuelas como actividad extracurricular", dice, y añade: "no sé cómo será acá pero en general si vos vas a tomar horas cátedras de ajedrez a una escuela, no existen como oferta", señala.

Destaca los beneficios del ajedrez sobre todo para los más chicos, "el ajedrez es un deporte, pero también es educación, es cultura, es arte, es lenguaje, entonces me parece que les puede servir mucho para su formación", explica Carolina quien comenzó a jugar a los siete años y ya lleva más de treinta practicándolo y hoy ostenta los títulos de Maestra Internacional absoluta y en Argentina es la única Gran Maestra femenina.

Carolina destaca la participación de la mujer en la disciplina que desde sus orígenes milenarios hasta las primeras décadas del siglo pasado era considerado un juego para hombres. aunque aun hoy la participación es muy baja, "el ámbito del ajedrez es como el ámbito de la sociedad, las mujeres que jugamos somos muy pocas, menos del diez por ciento a nivel mundial y nacional, y en el alto rendimiento, si uno toma a los 100 primeros del mundo o de Argentina, somos una o dos mujeres", afirma.

El ajedrez hoy no es un deporte rentado, por lo cual las participaciones de los jugadores en torneos locales e internacionales suelen ser sponsoreados por firmas privadas, y eventualmente cuenta con el apoyo de la Federación de Ajedrez o del Estado, "pasa que a veces para el estado es muy difícil llegar al deportista, porque en el medio hay un montón de interlocutores, dirigentes de clubes, de federaciones", describe Carolina.

De hecho giras de difusión como las que realizada en Santa Cruz donde visitó cuatro localidades en diez días, impartiendo clínicas y jugando partidas con aficionados y un torneo internacional en Río Turbio, se financian con auspiciantes privados con muy poco apoyo institucional o del Estado.