Las palabras son una suerte de constelaciones que flotan sobre nosotros y en ese constelarse crean entre ellas trazos sutiles que las conectan y hasta las atan; líneas que se debilitan o se refuerzan con el paso del tiempo. Esa preciosa metáfora que no me pertenece invita a buscar el telescopio  y apuntar a ese cúmulo de puntitos brillantes para entrar en detalles.

Hoy  no llueve mientras escribo, pero vamos a ver si alguna plegaria nos trae la lluvia para que nutra la tierra, apague los fuegos, nos invada el petricor y hasta lloremos de la emoción.

‘Llover’, como muchas de nuestras palabras, viene del latín; ‘pluere’ y luego ‘plovere’ son sus antepasados. En ese comienzo ‘pl’ reconocemos algunos miembros más cultos de su familia, un poco más técnicos como pluvial o pluviómetro. El portugués, una lengua muy cercana a nuestro español llama  ‘chuva’ a la lluvia y a nosotros nos queda de ahí el ‘chubasco’. Lluvia, pluvial y chubasco sin duda están en el mismo árbol genealógico.

El ‘pl’ inicial se transformó con el paso de los siglos en ‘ll’ y ese mismo cambio afectó a otras familias, así, de ‘aplekare’ y luego ‘plicare’ y luego ‘applicare’ con la idea de ‘arrimar’, ‘acercar’ y también ‘dirigirse a’ o ‘arribar’ nos quedamos con ‘llegar’.

Hermanos gemelos separados al nacer con ‘plegar’. Sí, en estas familias los más cultos se quedaron con ‘pl’.  Muy posiblemente por ‘plegar las velas’ cuando uno arriba al puerto y de ahí replegar  que sería como deshacer los pliegues para hacerse a la mar otra vez. Familia de las grandes es esta que  también nos da ‘explicar’ en el sentido de ‘sacar los pliegues, desenredar algo’. Más cercano a  ‘cómplice’ y ‘complicar’ está ‘implicar’ que sería algo como ‘envolver en pliegues’ y ‘suplicar’ ‘enroscarse en un pliegue’.

Llorar, que metafóricamente es una forma de la lluvia también se fue haciendo con este cambio que le viene desde ‘plorare’ que no se modificó tanto en sus primas hermanas ‘deplorar’ e ‘implorar’. De hecho hay algún registro un poco antiguo del uso de ‘plorar’ para llorar.

Para terminar una familia más, la de ‘lleno’ que nos viene de ‘plenus’ y que también tiene una gran familia culta con la plenitud, el plenario y el que no le falta nada: el pleno.

No más lágrimas, que llegue la lluvia donde haga falta, que nuestras plegarias no compliquen a nadie y que llegue la alegría que siempre acompaña a las grandes familias!