* Por Esteban Lehue
EL CALAFATE.- En los últimos tiempos se ha vuelto a poner en valor la agroecología: la actividad agrícola que prescinde del uso de pesticidas y fertilizantes químicos. Esta también puede ingresar a cada hogar, con métodos como el compostaje, el proceso por el cual se logra un abono natural a partir de materiales orgánicos.
¿Como se hace?. A partir de restos de comida de origen vegetal como verduras, frutas, yerba y otros elementos, se convierte en abono que luego podrá ser utilizado en parques, jardines y huertas. La acción trae aparejada una reducción importante de la cantidad de residuos que producimos.
En esa escuela se inscribe la Compostepa Patagónica, un emprendimiento surgido en este 2020 en El Calafate que busca colaborar en la elaboración de compost en cada hogar y aprovechar sus beneficios. El proyecto es impulsado por Virginia Ramírez, nacida en Villa General Belgrano (Córdoba) y que hace 12 años reside en la localidad.
Estudió turismo, con orientación en “Ecoturismo” en la Universidad Blas Pascal y desde hace 9 años ejerce como guía de turismo en el Parque Nacional Los Glaciares.
“El proyecto surgió en el patio de casa, en una tarde de cuarentena, conversando con mi novio, mi hermana y mi cuñado sobre la importancia de generar un proyecto que no esté vinculado directamente al turismo, ya que los 4 trabajábamos en el rubro hasta que empezó la Pandemia”, rememora Virginia sobre el nacimiento de la idea y agrega: “Concluimos que no existía algo de este tipo en nuestra localidad, entonces decidimos hacerlo".
Durante estos últimos meses, las composteras, compuestas de varios cajones de madera, comenzaron a ser parte de patios de calafatenses interesados en producir su propio compost y que Virginia junto a su equipo (al que se sumaron amigos para carpintería y pintar) les llevan. Un producto práctico, simple, estético y prolijo, que no necesita de un gran espacio físico para su uso.
“En mi caso, siempre fui muy nómade y viví en varias ciudades. Lo primero que hacía cada vez que me mudaba era buscar un alojamiento, un trabajo y luego pensaba en dónde compostar y llevar mis reciclables”, cuenta sobre el nacimiento de su interés en el tema.
“Empecé a hacerlo sin lombrices y luego, después de algunos años empecé a investigar. Cuando ya estaba capacitada le solicité a la ONG La Semilla Eco-Proyectos el primer núcleo de lombrices”, manifiesta sobre los conocimientos que fue adquiriendo con el tiempo.
¿Cómo fue comenzar a ofrecer las “Compostepas” al público? Para Virginia fue muy gratificante. “Descubrimos que varias comunidades patagónicas tienen gran empatía con ciertas cuestiones medioambientales. Estamos atravesando un gran despertar. Muchos habitantes han comenzado a separar los recursos orgánicos y también los reciclables que van a la planta Eva Poulsen”, evalúa.
“Hace unos días entregamos una compostera a una chica que nos contó que quería compostar desde hace ya 10 años. Pensé automáticamente ‘cuántos años aguantó sin hacerlo, teniendo ya la conciencia’. Me alegré enormemente de que hayamos generado un proyecto así, para aquellos que no se animan porque no tienen el espacio, el tiempo o la información que les dé el último empujón para comenzar”, señala, gratificada por ayudar a que otros se inicien en el mundo del compostaje.
“La Compostepa” ofrece, un producto hecho en Calafate, "amigable con el medioambiente, armado de manera artesanal con muchísimas ganas, dedicación y amor”. Los usuarios, además reciben un núcleo de lombrices y capacitación para ponerla a funcionar.
Llevar adelante esta técnica, según su impulsora, supone un gran cambio cultural. "No estamos tan acostumbrados por algunos “mitos” pero, una vez que se accede a la información y se ven los resultados, "ya no hay vuelta atrás y se forma una red de personas conscientes”, asegura y concluye “se arma un círculo hermoso y sano. Se mejora la calidad de vida de todos”, concluye.
Para contactar a la “Compostepa Patagónica” y sus productos: https://www.facebook.com/compostepa.andina y en Instagram.