LA NACIÓN/Mariela Arias.-

EL CALAFATE.- La vicepresidenta Cristina Kirchner trajo hoy a escena la intrincada licitación por la cual pasaron las represas hidroeléctricas en Santa Cruz durante su gobierno y con ironía aclaró que Lázaro Báez, coimputado con ella en la causa Vialidad, perdió ese proceso. Lo hizo en un intento de demostrar que no era su empresario favorito, pero no aclaró que el consorcio chino que ganó aquella oferta estaba integrado por otra empresa cercana al kirchnerismo: Electroingeniería.

Sobre el cierre del discurso que dio desde su despacho en el Senado, la vicepresidenta buscó remarcar que Báez no era un favorito y quizás, no eligió el mejor ejemplo de una obra que fue licitada durante el kirchnerismo, levantó fuertes controversias ambientales y aún hoy registra demoras producto del retraso de fondos y también de los deslizamientos del suelo que obligaron a recalcular el proyecto. La famosa grieta se abrió en el área donde se construye la represa “Néstor Kirchner”.

“Lázaro Báez, el que dicen que es mi socio en esta asociación ilícita, fue a una licitación junto con (Angelo) Calcaterra para construir las represas hidroeléctricas de Santa Cruz. La obra pública más importante de la historia y del país de las últimas décadas. ¿Y qué pasó? La perdió, la perdió, impugnó y también perdió la impugnación. ¿Cómo que soy socia?”, se preguntó y apuntó contra los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, que en los alegatos detallaron los vínculos comerciales que mantuvo la familia Kirchner con Báez.

Lázaro siempre quiso ser parte de las obras: se presentó y sin embargo el contexto, además de la oferta, no le alcanzó. Cuando se disputaban las licitaciones en 2013, su nombre ya había salido del anonimato. Incluso el mismo Báez aseguró ante la prensa que las denuncias en su contra respondían a querer sacarlo de la puja por las represas hidroeléctricas. En aquellos días, abrió dos veces las puertas de su chacra y de su vivienda, intentó contraatacar las denuncias y afirmó que todo era una operación mediática para perjudicarlo.

“Al paso que vamos, quizás termine fuera de las represas. En Santa Cruz no se valora, pero está viniendo la empresa más grande del mundo, constructora de Siete Gargantas”, planteó ante los periodistas, entre ellos de LA NACION, mientras recorrían la chacra para demostrar que allí no escondía dinero mientras arreciaban las denuncias en su contra por presunto lavado de activos.

En ese momento, Báez consideró que las denuncias en su contra eran “una falta de respeto”, incluso para los socios. “Lamento profundamente llevarle este problema a este grupo empresario que ha confiado en nosotros”, dijo. Lázaro participó de la licitación y fue parte del consorcio integrado por Sinohydro, Iecsa, Chediak y Esuco. No escatimó esfuerzos para ser parte del negocio. Pero no le alcanzó.

La historia de las licitaciones

La primera convocatoria fue lanzada por el gobierno santacruceño a finales de 2007 con los nombres La Barrancosa y Cóndor Cliff. Se preadjudicó en agosto de 2010 al consorcio Impsa (Pescarmona)-Corporación América (Grupo Eurnekian)-Camargo Correa, que ofertó $ 16.400 millones y otros $ 2000 millones de financiamiento privado.

Sin embargo, la preadjudicación se canceló en agosto de 2012 y se lanzó una nueva licitación, por las rebautizadas represas “Néstor Kirchner” y “Jorge Cepernic”. Con una inversión máxima de $ 21.600 millones y financiamiento como mínimo del 51% del total. La operación ya estaba en manos del Ministerio de Planificación Federal. Y Báez apareció como el nuevo y más barato oferente: $ 20.479 millones, seguido por Eurnekian y tercero Electroingeniería que conformó un consorcio con las empresas China Gezhouba Group Corporation e Hidrocuyo.

Esta última UTE integrada por Electroingeniería se quedó con el contrato gracias a una polémica carta de descuento que redujo 17,4% su precio, mientras sus rivales mascullaban objeciones y Báez señalaba al secretario de Obras Públicas, José López, como el responsable. Lázaro impugnó la licitación, como contó la vicepresidenta, pero no alcanzó. Finalmente, se quedó afuera de las represas.

Aunque Báez se quedó con cinco de las estancias que había adquirido en la cercanía de los obradores y la obra de enripiado de la Ruta Provincial 9 que atraviesa sus estancias.

Contramarchas

El proyecto hidroeléctrico se caracterizó por una sucesión de marchas y contramarchas. Arrancaron en el último año del Gobierno de Cristina Kirchner, fueron frenadas por una cautelar de la Corte Suprema y revisadas durante la gestión de Mauricio Macri, cuando además de rediseñar la potencia de las represas, recuperaron sus nombres originales: Cóndor Cliff y La Barrancosa, tras haberse llamado por cinco años Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, respectivamente. Con el Gobierno de Alberto Fernández volvieron a renombrarse.

Los últimos datos oficiales indican que las obras tienen un avance cercano al 28%, en el caso de la Jorge Cepernic, y de 18%, en el de la Néstor Kirchner. En 2021, ante el incumplimiento en los plazos, el financiamiento entró en suspenso hasta que la Argentina y China llegaron a un acuerdo, que fue publicado el 26 de mayo pasado en el Boletín Oficial.

Se trata de un acuerdo de enmienda y restablecimiento del contrato de línea de crédito, cuyo monto original asciende a los US$ 4714 millones. Desde que se firmó el contrato, China envió fondos por US$ 1350 millones, de los cuales U$S 850 millones fueron enviados durante el último año del gobierno de Cristina Kirchner, en tanto que U$S 500 millones llegaron para la administración Macri.