EL CHALTÉN.- Este mediodía vecinos que reclaman tierras para construir sus viviendas, se van a concentrar en el mástil del pueblo para visibilizar el histórico reclamo y expresar su rechazo a la amenaza de nuevos desalojos . La mayoría de ellos llevan más de diez años esperando una parcela fiscal, y hoy se cumplen nueve semanas del acampe de familias en un predio deportivo a la intemperie y con temperaturas bajo cero.

La injusticia que viven cientos de familias que no acceden al derecho a la tierra y la vivienda por la falta de previsión de las autoridades, y en su versión extrema, la dramática situación que atraviesan las diez familias que hace nueve semanas se instalaron en un campo de fútbol para visibilizar su reclamo, es una de las postales más tristes que exhibe un gobierno que lleva casi cuatro décadas de mandato ininterrumpido con la insignia de la justicia social como proclama resonante.

Que la actual gestión de gobierno haya iniciado su mandato antes incluso de la fundación del Chaltén, lo exhime de toda excusa y justificación. Sobre todo porque fue su decisión fundar el pueblo con la premisa de habitar una zona despoblada de presencia humana y dotada de una belleza sin igual.

Paradoja uno: hoy el pueblo está declarado en Crisis Habitacional.

Tanto como que su crecimiento vertiginoso haya sido fruto de la misma actividad turística, hoy convertida en un corset que genera desigualdad y expulsión. Paradoja dos.

A esto se suma el reverso de la moneda. El gobierno gestiona la fundación de un nuevo pueblo -gemelo del Chaltén podríamos decir, por su entorno y potencial- pero 300 kilómetros más al norte.

Mientras tanto vecinos de EL Chaltén habitan en carpas y casillas rodantes en situación de extrema vulnerabilidad. Ante la inacción de «un Estado incumplidor» que hasta el momento solo respondió con acusaciones y amenazas.

Y como si el destrato y el abandono no fueran suficientes hasta aquí, la amenaza de que otras treinta familias serían desalojadas para construir un emprendimiento hotelero toma forma de más injusticia.

Hoy se cumplen nueve semanas del acampe en un predio deportivo a la intemperie y con temperaturas bajo cero.

El tiempo calendario transcurrido mide no solo la magnitud de la injusticia sino también la desidia de incontables funcionarios responsables de una crisis habitacional y social que padecen los vecinos, y de una crisis moral que protagonizan sus autores.