“Pibe..véngase a trabajar a nuestro diario. ..que tiene que andar haciendo con esos conservadores de La Opinión Austral ?” le decía el reconocido poeta y periodista José Arveras al joven Mario Marazzi, cuando Santa Cruz recién alumbraba a la vida institucional como provincia.
La trinchera política ahora tenía dos contendientes. Uno opositor y el otro oficialista. Don Mario Cástulo Paradelo, electo como el primer gobernador de Santa Cruz, sabiendo que la oposición no se la haría fácil, tomó la decisión de armar su propio aparato de prensa.
Decidió fundar un diario que sostuviera los pilares de su idea y accionar de gobierno. Así nació “El País”, un matutino gestado pàra defenderse de los embates de la oposición, que tenía buenos exponentes en la Legislatura provincial.
Al frente de este diario estaba el “Pepe” Arveras hombre de letras, un verdadero intelectual que rápidamente supo tomarle el pulso a la capital de Santa Cruz. “El País” duró lo mismo que lo que hubiese sido el mandato de don Cástulo, como lo llamaban en los sectores afines a su línea política.
Paradelo, un abogado entrerriano de Concepción del Uruguay había sido electo gobernador en representación de la Unión Cívica Radical Intransigente ( UCRI )un 23 de febrero de 1958 y casi tres meses después, un 1º de mayo de 1958 asumió como el primer mandatario en la historia de la naciente provincia.
En tiempos de la fractura del radicalismo la UCRI venció a Ramón Granero de la Unión Cívica Radical del Pueblo ( UCRP ) por un margen cercano a los 7 puntos. Eran tiempos de proscripción del peronismo que no pudo competir en esta ocasión.
Sometido a juicio político por razones consideradas “nimias” tiempo después terminaría destituido por la Cámara de Diputados de la Provincia.
Paradelo había promovido juicio de inconstitucionalidad contra el fallo de la Sala Juzgadora de la Legislatura que había dispuesto su remoción y lo siguió con constancia hasta que la Justicia reconoció la ilegitimidad y ordenó reponerlo en el Ejercicio del Poder Ejecutivo Provincial. Pero las instancias se habían prolongado y le hubiesen quedado dos meses de mandato que, lógicamente, rehusó.
Obediente con el fallo, reasumió las funciones de Gobernador y en ese mismo día envió a la Legislatura su renuncia al cargo que delegó en el presidente de la Cámara de Diputados.
Por segunda vez en cuatro años, el Gobernador de Santa Cruz, Dr. Mario Cástulo Paradelo renunciaba a su cargo. La primera, compelido por las circunstancias, contrariando su espíritu legalista y sabiendo que su actitud de obediencia al Gobierno Central vulneraba la doctrina federalista a la que había adherido y bajo cuyos lineamientos había gobernado. La segunda, llevado por su sentido de la realidad, agobiado por el peso de una justicia tardía y consciente de que su tiempo político se había agotado en la esterilidad de una lucha desproporcionada y absurda contra los permanentes enemigos del crecimiento y la legalidad.
El matutino “El País” tuvo el mismo destino que el de su mentor, dejó de imprimirse cuando Paradelo ya había cumplido su ciclo como primer gobernador constitucional de Santa Cruz.
La prensa que respira al ritmo de los gobiernos, y de las redes
Existieron otros formatos de periodismo embanderado a lo largo de los sucesivos gobiernos que rigieron los destinos de Santa Cruz. A poco de iniciarse el nuevo siglo se conoció la definición de “periodismo militante”, aquel que abiertamente adhería, impulsaba y defendía el pensamiento del sector con el que estaba alineado.
Pero lo que se observa desde hace poco tiempo en Santa Cruz es la guerra abierta entre los medios defendiendo la figura de uno u otro dirigente. Para decirlo con mayor claridad o se está con el gobernador Vidal o con el intendente Grasso y esto define una línea divisoria frente a la cual se alinean de una u otra orilla los partidarios.
Y hasta sería licito que así fuese si no existiera el odio exacerbado, la descalificación, el insulto y lo que es peor: la falta de claridad acerca del financiamiento a estos medios que como los digitales han nacido espontáneamente generando publicaciones que más que aportes periodísticos pueden ser calificados como panfletos, sin otro contenido que la agresión y el insulto, llegando muchas a ventilar cuestiones de índole privado, cuando no a inventarlas.
¿Es esto periodismo...?
Al menos como lo hemos conocido a lo largo del tiempo está claro que no. Ser participante en una red social no otorga el cartel de periodista, a lo sumo el de un propalador de argumentos, en el mejor de los casos. Se leen publicaciones más a tono con el lenguaje de un “barra brava” que de un comunicador. Aunque cueste creerlo, ni siquiera se llega en estos casos a la categoría de “influencer”, otra denominación nacida al influjo de las nuevas tecnologías.
Para obrar de este modo no es necesario formarse, investigar o cursar una carrera terciaria o universitaria. La única necesidad provendrá de la convocatoria como mano de obra digital para la trinchera política.
En esta exacerbación el poder político también ha perdido la brújula, sirviéndose de estos mecanismos como herramienta para la batalla mediática. Y en esto no hay excluidos porque tanto el oficialismo como la oposición proceden de igual manera.
Si algo faltaba en esta jornada del Día del Periodista, es la invitación selecta de los periodistas que podrán celebrar su día en el agasajo organizado por el municipio capitalino. Pero hay que aceptar como tal el “derecho de admisión” que las autoridades imponen, con lo cual el agasajo debiera llamarse para celebrar el “día de algunos periodistas” en una actitud que nada suma y tiende a ampliar la grieta que dejó de ser meramente política para transformarse en comunicacional.
Es de esperar que vengan tiempos de replanteos para avanzar en la idea del crecimiento como sociedad, de la que el periodismo es reflejo y en su justa medida, responsable.