En general en la política argentina suele haber más traiciones que lealtades. Y, en el peronismo en particular, más zancadillas que abrazos sinceros. Roberto López era tu tipo leal y un compañero de abrazos sinceros.

Apenas iniciada la democracia, el gobernador Arturo Puricelli, inició en Santa Cruz la caza de brujas con Radio Provincia que sus inquisidores llamaban Radio Cuba por posible su infiltración ideológica.

En la sede del partido Justicialista, los muchachos influenciados por una derecha reaccionaria cantaban “ni yanquis ni marxistas”. Para nosotros que habíamos atravesado la noche oscura de la censura del Proceso, la libertad de expresión era un valor democrático. Para los intolerantes de turno, imposible de comprender el rol de una radio pública, participativa y crítica de la realidad.

El director de la Radio (quien suscribe esta nota) y 16 empleados, entre ellos, locutores, operadores y comunicadores sociales fueron echados del medio, la mayoría trasladados a depósitos o castigados en la dirección de personal del Ministerio de la Secretaria General, llenando formularios inservibles y archivando carpetas vacías. Tito Quiñones y Gabito Aguirre que fueron víctimas de esa persecución partidaria, tienen historias para contar.

El ostracismo griego duro los cuatros años de Puricelli y su sectarismo político alcanzó al poco tiempo del episodio la radio, a otras áreas de gobierno y funcionarios situados dentro del PJ en otra posición política, entre ellos el Dr. Néstor Carlos Kirchner por entonces Presidente de una floreciente y bien administrada Caja de Previsión Social.

Producida las elecciones y asumido la fallida administración de Jaime Del Val, (1987-1990) ocupa el cargo de Subsecretario de Medios Norberto López.

En su gestión se levanta la lista negra y comienzan a regresar a los medios públicos los castigados. López se ocupa de la situación personal de los implicados, levanta el embargo de sueldos y entierra un “bochornoso” sumario administrativo.

Durante mi tiempo de ocio, - con el título de periodista universitario y un posgrado en el exterior, colgado, al no poder ejercer la profesión, me dedicaba a sacar piedritas de pedregullo de un inmenso patio que tenía en mi casa para poner césped. Todos los días las juntaba un tacho y las devolvía a la ría.

Una tarde apareció López por el terreno cargado aún de cascotes, saludó con un ¡hola compañero¡ y dijo: “Tienes que volver hacer radio, te espero mañana” y me dio un abrazo sincero como despedida.

Hoy que ha partido Norberto, quiero recordar este gesto solidario, afectivo y valiente, en un tiempo donde nos quieren hacer creer que todos somos iguales en la política. Habrá casta, corruptos y panqueques, pero también hay hombres honestos con abrazos sinceros.

Mis condolencias a la familia y este pequeño recuerdo.

*Osvaldo Mondelo. Periodista.