“Acá tenemos que andar despacio le dice Jorge Prado a los pasajeros que se embarcaron en la excursión del estuario de Río Gallegos. “ Qué es eso rojizo que está en la playa ?” pregunta curioso un joven con aspecto intelectual.
Julio Fuentes es biólogo y su viaje persigue el interés de conocer el fenómeno de la “centollada” una práctica casi ancestral que se desarrolla en las playas de “La Angelina”, con la captura de ese crustáceo destinado a ser uno de los platos más cotizados en el mundo.

Es diciembre de 1993 y la llegada de esta variedad es largamente esperada por los lugareños. Los turistas en cambio observan sorprendidos el fenómeno que arrastra aguas adentro del río Gallegos al preciado crustáceo.
Prado aprovecha su conocimiento para informar todo lo que sabe del lugar, su historia y estos acontecimientos tan particulares. “Esto, dice, se da en los últimos días del año cuando las centollas llegan arrastradas por las corrientes. Es una práctica antigua de los habitantes de Río Gallegos. Si gustan les puedo informar acerca de la captura de esta y otras especies”.

Los pasajeros asienten sorprendidos ya que no imaginaron las características de este fenómeno. “El vikingo” -como lo nombraban en la zona- apaga el motor de la embarcación y comienza el relato. “Este lugar tiene mucha historia porque al igual que la estancia de aquí cerca, -dice en referencia a Killik Aike Norte-, hay muchos fósiles y los investigadores y científicos siguen haciendo trabajos de campo”.

“Tenemos dos grandes cañadones que caen con sus aguas al Río Gallegos. Uno se llama “Las Totoras” y el otro cañadón “Silva” que además tienen la particularidad de modelar un paisaje muy atractivo”.

“Miren acá hay fotos de la carga de lana en las embarcaciones que posteriormente las trasladaban al puerto de Rio Gallegos. Esta estancia “La Angelina” fue fundada por Pedro Montes en el año 1878 y sus primeras ovejas, traídas de Punta Arenas, pastaron por mucho tiempo en la gran faja de campo que media entre Río Gallegos y Puerto Coy-Inlet”.

Desde la orilla los centolleros saludan al Vikingo: Es que en la capital santacruceña por esos tiempos todos eran conocidos y más aún aquellos dedicados a la navegación y la pesca.

“Les propongo escuchar esta canción referida a una mujer que se dedicaba a esta actividad, llamada Rosaura López. El folklorista Hugo Gimenez Agüero se la dedicó allá por el año 1979”, dijo Prado mientras introducía el cassette en un viejo reproductor musical.

Los pasajeros oyeron con atención la canción que le daba el marco paisajístico a la historia de la misma y su personaje principal: Rosaura. El biólogo que además de su profesión era un enamorado de la danza y el folklore le pidió al Vikingo el cassette para copiar la letra de la composición.
“Por ahí hasta podemos ensayar hacer alguna versión con algunos amigos folkloristas”, acotó entusiasmado el joven Julio Fuentes. “De memoria se la cuento y creame que es así” retrucó el Vikingo.

Y sin más preámbulos comenzó a entonar pero no al ritmo de la canción sino a la musicalidad de las palabras….

“Rosaura López tenía
un sueño de nieves con alas al mar
todas las tardes salía
las redes al hombro para centollar.

Allí donde la barranca
desnuda las cholgas con besos de sal
hizo Rosaura una choza
con latas de aceite para centollar.

Los cuatro cielos del año
llenaron su soledad
por ahí andará Rosaura
con piel de centolla
cuando baja el mar.
Rosaura la centollera
nunca la voy a olvidar
se fue con la primavera
su ciclo se volvió sal, pura sal.

Rosaura López vivía
allá en La Angelina su mundo de paz
refugio de centolleros
que esperan mareas para trabajar.

Nadie sabe a ciencia cierta
si doña Rosaura no vino del mar
donde la tarde se muere
con sol de centolla para descansar.

Los cuatro cielos del año
llenaron su soledad
por ahí andará Rosaura
con piel de centolla
cuando baja el mar.
Rosaura la centollera
nunca la voy a olvidar
se fue con la primavera
su ciclo se volvió sal, pura sal”.

"Pero lo más importante es el fenómeno cultural, la tradición que aún se mantiene pese a que para acceder al lugar hay que hacerlo por vía terrestre en una ruta que va camino a otras estancias y a los yacimientos de petróleo que hay en esta zona. La legislación lo garantiza a través del derecho de sirga. Son 35 metros desde el agua hacia la costa que puede ser transitado por cualquier persona sin restricciones, concluye el Vikingo.

A punto de emprender el regreso la mayoría de los turistas se dedicaron a fotografiar el espectáculo de la recolección de centollas con la satisfacción de haber ampliado sus conocimientos.

Después del aplauso del grupo, Prado continuó explicando los detalles de la pesca en el estuario del río. “Ustedes se van a sorprender, porque hasta la cantidad de especies que pueden ser capturadas ý el tipo de redes está reglamentado”, relató.

La legislación modificada que cambió las reglas de juego

Las principales variedades capturadas son róbalo, pejerrey y palometa , principalmente entre enero y febrero. Ocasionalmente el pez gallo y con las mareas grandes a veces cazón, chucho o trucha marrón anádroma y menos frecuentemente salmón chinook o real, estos dos últimos son especies introducidas. No está permitida la venta de la centolla. Los turistas y habitantes locales tienen permitido capturar hasta cinco centollas por persona para consumo. El volumen de captura depende de la demanda. En la década del 60 se capturaron hasta 4 toneladas y media.

En cuanto a los pescados mayoritariamente se pesca robalo, un 50 por ciento, 30 de pejerrey, 20 por ciento de palometa y algo de pez gallo. Obviamente que la demanda de pescado aumenta en semana santa cuando se cuadruplican las capturas. “Una lástima que no se promueva en la gastronomía local el consumo de frutos del mar como en otras zonas, como por ejemplo nuestros vecinos chilenos”.

En enero del año 2002 el entonces titular del Concejo Deliberante, concejal Juan Carlos Villafañe asumió como intendente tras la renuncia de Héctor Aburto. En su interinato planteó la posibilidad de desarrollar un circuito turístico que recorriera la costa norte del río Gallegos, pavimentando la ruta de las estancias y el petróleo y de ese modo poner en valor los atractivos naturales y el patrimonio histórico de la misma, iniciativas que a pesar de ser sumamente interesantes no alcanzaron a concretarse.

También el derecho de sirga fue limitado en el año 2015 mediante la modificación del Código Civil, en su artículo 1974, reduciéndolo a 15 metros a partir de la ribera, es decir del curso de agua. Si bien se produjeron reclamos e intentos de restablecerla por parte de legisladores patagónicos, esa superficie nunca pudo retornarse a la original de los 35 metros.

El acceso a la zona de “La Angelina” permanece bloqueado por parte de los propietarios de esos campos.

La captura de centollas en La Angelina, una práctica que reunía amigos.