Por Bernd Ferstl*
Nos hemos criado en otro mundo: confiable, previsible, con escuelas de bancos y pupitres, con maestros admirados, con Estados fuertes, o tal vez no tanto. Como sea, hoy todo cambió.
Debemos buscar y generar confianza, educarnos a distancia, elegir quienes nos enseñan y ser parte de sociedades abstractas que llamamos redes.
Pero hasta en esta nueva realidad virtual, donde ya no vale lo que aprendimos, un elemento sigue estable: seguimos siendo ciudadanos. Sigue siendo nuestra responsabilidad, cuidar al Estado. Y si asumimos razonablemente este compromiso, la ignorancia no nos protege.
Desconocer las entrañas de nuestros derechos y obligaciones solo nos hace más vulnerables, nos deja en manos de otros, nos hace ovejas de manada, nos transforma en hojas que se lleva el viento.
Hoy, la mayoría nos sentimos desprotegidos y desconfiados de los sistemas que nos rodean, porque somos de nuevo analfabetos en el léxico de las nubes.
Nadie nos enseñó, por ejemplo, a seguir un trámite online sin asesores personales. Salvo escasas excepciones, los gobiernos no nos muestran los números de las cuentas públicas, pero tampoco nosotros sabemos donde buscarlos. Nadie nos descifra los códigos internos de los procesos automáticos, pero tampoco nosotros nos interesamos en aprenderlos.
Hoy no hay excusas para no saber, porque tenemos al alcance de la mano un universo infinito de posibilidades para conocer, para informarnos, para aprender. Por eso, tampoco hay tiempo que perder.
Seguimos siendo ciudadanos, y seguimos siendo sobre todo humanos. Ya los romanos, hace más de 2.000 años, sabían lo que más nos caracteriza: “errare humanum est” - nos equivocamos, cometemos errores, nos desviamos, nos encerramos, y resignamos a creer en la posibilidad de crear un mundo mejor.
En esta nueva era, que nos abrió sus puertas repentinamente y sin condiciones, debemos volver a ilustrarnos de nuevas maneras, con nuevas herramientas, -aún con la asistencia de inteligencias artificiales-, para no perder nuestra auténtica esencia y volver a caer en la oscuridad y la brutalidad de un mundo inhumano y, maleducado.
Pasaremos de ser analfabetos a valiosos mujeres y hombres, a través del continuo aprendizaje y la constante adaptación a los cambios profundos que nos tocan vivir.
*El autor es emprendedor, productor, funcionario público, compositor y padre.