Por: Carlos Díaz *
Todo se mezcla, todo se confunde en estos días cuando nos toca festejar pero además estamos reclamando por nuestros derechos. Festejar diciendo que no a la gente es horrible.
¿Pero, cómo hacerse oír?:.. ¿Cómo despertar la sensibilidad de un gobierno que nos trata como basura?... ¿Cómo llamar la atención del que nos cierra la puerta en la cara?. De aquellos a los que no les importa nuestra salud, ni nuestro tiempo. Que nos ve como enemigos por que no somos obsecuentes y no nos prestamos a sus juegos políticos. Porque nosotros, sí sabemos lo que es hacer buena medicina y esto choca contra los intereses demagógicos y clientelares a los cuales están acostumbrados.
Decir que no, se convierte en un acto de dignidad. Se convierte en un signo de coraje y bravura, porque choca directamente contra nuestros valores de solidaridad y amor al prójimo. Impacta directamente contra nuestro impulso de cuidar y sanar, principios que nos llevaron a elegir esta hermosa profesión, que se nutre del cariño de la gente.
Pero para que podamos sostener este mandato profesional hace falta que nos aporten los recursos necesarios para ejercer nuestra tarea con eficiencia, es indispensabe que nos retribuyan de acuerdo al servicio que prestamos, para que vivamos dignamente y podamos mantener a nuestras familias.
Tanto tiempo nos llevó prepararnos, tanto esfuerzo para poder brindarnos plenos y seguros de hacer el bien, para que hoy venga cualquier burócrata a tratar de poner precio a nuestra dignidad.
Decir que no, a un médico le cuesta, y le cuesta mucho. Pero parece que es la única manera.
Feliz día colegas, a seguir luchando por el respeto que nos merecemos, a no bajar los brazos.
*El autor es médico especialista en medicina general. Matrícula 1462.