La represa Cóndor Cliff - Néstor Kirchner (CC-NK), es la más cercana al Calafate de las dos represas que se están construyendo sobre el río Santa Cruz, y desde sus orígenes ha sido cuestionada la idoneidad del sustrato geológico del emplazamiento por variadas razones.

La más evidente de ellas, la debilidad de la roca que debe sustentar las estructuras.

Dicen en Calafate que el reconocido ingeniero Castillo que participó del primer proyecto en los 70, ya lo cuestionó por esta razón aún cuando era de su agrado. Pero la realidad es más clarividente que los rumores.

A finales de 2018 las obras tuvieron que parar porque las laderas donde debía fundamentarse el dique empezaron a ceder. Cedieron tanto que las grietas se ven con los telescopios de los satélites de Google, pero también con los radares satelitales de la Agencia Espacial Europea.

Dicho con tecnicismos, la represa CC-NK se erige, o lo hará si es que puede, sobre rocas sedimentarias marinas y fluviales de baja diagénesis, cubiertas además por sedimentos glaciolacustres y coladas basálticas. Expresado de otro modo, se encuentra sobre rocas que se crearon en los fondos marinos (con el pasar de los millones de años) y que son débiles.

Conocemos rocas sedimentarias bien sólidas y usadas en obra, como algunas areniscas, calizas o el pedernal. Pero no es este el caso para el cañón del río en Cóndor Cliff. Allí las rocas están fracturadas y son poco compactas, entre otras cosas por ser relativamente jóvenes en términos geológicos, y los cambios de presión, la rompen.

Lo hicieron los glaciares en el pasado, y lo hacen ahora las máquinas de la obra.

Además, esas mismas rocas están cubiertas de material casi suelto arrastrado por los antiguos glaciares que hubo allí hace decenas de miles de años. Materiales como limos, arenas, grava y bloques erráticos depositados como montoncitos de polvo dejados por una gran escoba. Una gran estructura allí tendría débiles cimientos, o como se dice comúnmente, sería un gigante con pies de barro.

Y no es una teoría, sino que se trata de lo que se puede ver a simple vista y que ya había sido anunciado por otras personas en el pasado, como el Ingeniero Castillo entre otros. Las laderas, se caen.

Represa CC-NK. Imagen de fondo satelital Google. Imagen de color satelital radar (DinSAR). A) 1er proyecto. B) 2o proyecto. C) Detalle de la zona de grietas en la ladera sur. La escala de color muestra desplazamientos de hasta 2.5 cm en 24 días en noviembre de 2019. El gráfico D muestra el avance de los deslizamientos en esa zona desde octubre del 2018 hasta abril de 2021, sin una clara perspectiva de frenado, medidos con la técnica PSI de radar satelital.

Las laderas en Cóndor Cliff ceden, y a falta de mayores informaciones, sólo sabemos que la obra está parada o semi parada mientras reconsideran la situación. Los egipcios y mayas construyeron pirámides, y Elon Musk planea colonizar la Luna y Marte y está camino de hacerlo. En Venecia, hay un dique inflable que para la marea. Las obras, se pueden hacer, ¿pero a qué precio? y ¿quién lo va a pagar?

Tras estos problemas, la obra CC-NK ha sido completamente rediseñada (Figura 1 B) con la intención, en principio, de controlar los inconvenientes. Pero las preguntas se multiplican.

Si aún tras afirmar reiteradamente que el proyecto era seguro y estaba controlado, las paredes que deben contener al dique se caen ¿qué credibilidad tienen los ingenieros y responsables implicados? Si la pared cedió de modo imprevisto en ambas márgenes del río a medio construir la represa ¿quién dice que no podría haber pasado lo mismo con la obra construida? ¿Quién lo asegura?¿Las mismas personas que dijeron que las laderas iban a resistir? ¿Otras? ¿Contratadas por los mismos responsables?

CC-NK almacenará más de 5.5 km³ de agua. Aguas abajo, la represa La Barrancosa - Jorge Cepernic hará lo propio con 3.2 km³. En total el equivalente a unos 90 mil edificios Kavanagh de Buenos Aires.

Si el fallo ocurriera con los embalses llenos, ¿cómo sentarían ocho mil setecientos millones de toneladas de agua liberadas repentinamente río abajo en las ciudades de Piedrabuena y Puerto Santa Cruz? Cambiemos ahora un poco el enfoque de análisis.

Las preguntas formuladas en las líneas precedentes son las que de modo más o menos directo, y bajo las formas propias de la ciencia académica, se plantearon en las Jornadas de Geografía de la UNPA el mes de septiembre de este año, un mes antes del terremoto en Calafate .

También hubo otras preguntas, como por ejemplo, y abordando precisamente la cuestión sísmica, allí se dijo lo siguiente: “En cualquier caso, la actividad sísmica presentada [...] implica la presencia de una falla activa, coincidente con la llamada falla del Río Bote y con el curso del mismo, independientemente de la explicación tectónica que se le otorgue. Esta se ubica a 60 km al oeste de la presa y requiere ser estudiada en profundidad.”

En un sentido similar, también se dijo: “Sin disponer de información de mayor detalle, la hipótesis de un evento [sísmico] natural de magnitud 5.5-6.5 cerca de la presa (entre 50-100 km de distancia) parece muy plausible, y no se ha incorporado como variable de riesgo en los informes de evaluación de riesgos del proyecto.”

El terremoto ocurrido en Calafate un mes después de estas declaraciones fue primero situado a 100 km de la represa, aunque la corrección posterior lo sitúa a 120. La cita anterior, fue escrita tras la consulta a diversos expertos y tras el análisis de la sismicidad en la región.

El evento natural al que se refería era precisamente el que podía ocurrir en la zona afectada, y que se produjo finalmente en octubre. Desde antes del inicio de las obras de las represas hay un reclamo presente. El despliegue de una red de sismógrafos en la región para poder estudiarla en detalle. Esta labor no fue realizada, aún siendo un requisito previo e indispensable en este tipo de trabajos.

Pero sí la realizó sin embargo entre 2018 y 2019 la Universidad de Sant Louis en Minnesota para un estudio propio, que compartió informaciones con el autor de este texto. https://www.researchgate.net/publication/354859049_FACTORES_DE_GEORRIESGO_DE_LA_R EPRESA_CONDOR_CLIFF_-NESTOR_KIRCHNER

La conclusión más evidente de los datos de la Universidad es sencilla: sin sismógrafos, no se puede medir.

Y parece que de esto no se había dado cuenta ni la UTE (empresa a cargo de la obra), ni la Nación, ni la provincia, ni el INPRES tampoco, que a pesar de ser el “Instituto Nacional de Prevención Sísmica” no se molestó en averiguar lo que podría pasar con los 8,7 km³ de agua en caso de haber un terremoto hasta que la Corte Suprema de Justicia no se lo preguntó (con las obras ya bastante avanzadas).

Más preguntas: ¿Creen que la mitad de todos los sismos ocurridos en la historia de la provincia sucedieron en las dos últimas semanas? Si la respuesta es no, ¿por qué de los 23 sismos registrados por el INPRES en toda su historia, 11 ocurren desde el 13 de Octubre de 2021 [a fecha 27 de Octubre]?

Y la respuesta es muy sencilla. Porque hace dos semanas que hay instalados dos sismógrafos provisionales. No hay más sismos, se mide más. Los expertos, dicen que la red adecuada debería ser de 20 a 30 sismógrafos.

El estudio de impacto ambiental de las represas, el EsIA, analizó la sismicidad y concluyó que no era un factor de riesgo. Así como los ingenieros de la obra concluyeron que podían levantar el dique sin problemas. Lo sorprendente es que llegaron a esta conclusión sin hacer mediciones sísmicas, y aún más, obviando las presentes.

Dado que sino, no sería factible que un estudio independiente como el presentado en la UNPA en septiembre, realizado sin recursos de ningún tipo (sin institutos públicos detrás, o transnacionales chinas o inversiones de miles de millones de dólares), llegara con antelación a las mismas conclusiones que el gobierno nacional o el INPRES solo pudieron llegar tras un terremoto de magnitud 5: que la falla Río Bote, a 60 km de las represas, es una falla activa, y que en las cercanías de El Calafate es altamente probable un terremoto de magnitud 5.5 a 6.5.

Estas y otras afirmaciones se sustentan en los elementos presentados en la UNPA un mes antes del terremoto y en un texto disponible online. Hace dos años y con ocho minutos para exponer en público me dijeron al presentar mis argumentos que “me posicionaba”, cuando dije que las laderas se caían, que un terremoto era posible, que las obras no son viables tal como se han planificado.

La pregunta es ¿no se posicionó el que aprobó las obras sin los estudios suficientes? ¿el que las realizó en condiciones claramente deficientes? ¿el que afirmó que no había riesgos? ¿el que hizo todo eso con el respaldo de miles de millones de dólares?

Quedan fuera de esta nota otros temas que quizás abordemos en otras ocasiones. Lo último que pienso antes de apagar la computadora es que vistos los hechos, son aquellos que dicen que las represas no son un riesgo los que deben demostrarlo, no los que decimos lo contrario, pues la realidad lo demuestra por sí sola.

Investigador, geógrafo, glaciólogo y cartógrafo.

Estudió Geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e Ingeniería en Geodesia y Cartografía en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Doctorado en Ingeniería por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en Argentina. Cuenta con publicaciones técnicas en el ámbito de la glaciología y la teledetección en las zonas de los Andes y la Patagonia, pero actualmente forma parte del Grupo de Estudios sobre Territorio, Poder y Ecologías desde el Sur (ESTEPES) del Instituto Argentino de Investigación (CONICET - CIT Santa Cruz), donde se encuentra finalizando investigaciones sobre megaproyectos energéticos en la Patagonia (petróleo, fracking y grandes hidroeléctricas) y sus repercusiones ambientales a escala local y global.