Por Gabriel Faty Oliva*
No es la primera vez que Cristina y antes Néstor se encapricha y hace una escena, está en el manual K patear el tablero para no hacerse cargo del desastre. Lo han hecho cada vez que hay un traspié.
Se lo hicieron a Peralta en diciembre de 2011, a 20 días de haber asumido después de la reelección, luego de una sesión de la cámara de diputados para tratar una reforma jubilatoria que había sido cocinada y redactada en soledad por la Cámpora y que terminó, como era previsible, mal.
Lo que no era previsible es que la revuelta fue ese día tan violenta que hubo heridos y un coche de la policía incendiado. La reacción inmediata fue culpar a Peralta y vaciar de funcionarios k al gobierno.
Es que los gobernadores, intendentes, presidentes apuntados por Cristina, y antes Néstor, son considerados simples delegados que pueden renovarse. Desde el principio de este gobierno pensé que llegaría un momento turbulento, que aprovecharía Cristina para darle un empujoncito a Fernández.
¿Como sigue esto? Puede ser como Acevedo, que tuvo que irse y nos legó a Sancho, o como Peralta, que sobrevivió, pero degradó la vida de los santacruceños más aún, con cuatro años de agonía, con atrasos en los sueldos, meses y meses de paros docentes, jubilados en las calles.
Creo que para la Argentina la elección del domingo hace la diferencia, ya que ha herido a la hegemonía y la soberbia. Lo que necesitamos de nuestros dirigentes es que nos muestren una salida de la profunda crisis actual, aunque cueste. Las peleas a lo Pimpinela, como dice Malamud son una ofensa a un pueblo que dio un mensaje muy claro.
*Diputado Provincial Encuentro Ciudadano.