Docentes repelidos con aguaPor Héctor Barabino.- La presentación judicial del vocal por los padres Juan Manuel Canale, se inscribe dentro de una lógica que aleja la posibilidad de la superación de un conflicto interminable que sumió a la educación de Santa Cruz en una depresión histórica. Cuando el vocal le pide al juez que garantice el derecho a la educación de los chicos, es imposible sustraerse de pensar que del otro lado también hay un derecho vulnerado, el de los maestros a percibir sus salarios. No hay forma de escapar de ese empate clavado en el que nadie gana, o pierden los dos como en este caso. Para colmo no es fútbol, no se puede definir por penales para dirimir que derecho se impone sobre el otro. Sólo seguir estirando el alargue, que es lo que hace el gobierno. Por más que todos sintamos que el derecho a la educación de los chicos está por encima del derecho al salario de los grandes. Tampoco es una cuestión de tamaño. ¿Cuál es el motivo del paro de los maestros? ¿Paran porque quieren cobrar más plata, lo que por otra parte sería legítimo y necesario en estos tiempos? No, los docentes hacen paro porque quieren cobrar su sueldo, el que desde hace 6 meses el gobierno les viene pagando en dos fechas, alrededor del 20 de cada mes vencido las tres cuartas partes del salario y el resto…”vemos, cualquier día de estos”. ¿Por qué tenemos la sensación de que el conflicto no tiene salida? Porque con la incursión judicial del vocal Canale apelando a viejas recetas que esperan nuevos resultados, yendo a presentarse ante un juez a pedirle que ponga freno a los reclamos gremiales “Indiscriminados” y “excesivos” y que garantice el derecho a la educación, difícilmente se obtenga otra respuesta de la otra parte en conflicto que no sea la misma acción pero del otro lado de la cuerda. El maestro irá al mismo juez y le pedirá que garantice su derecho laboral a percibir la correspondiente remuneración por la prestación de sus servicios. Es más, como además el Dr Diego Lerena es Juez de Familia, y el docente en general también es padre, bien podría pedirle a su señoría que garantice el carácter alimentario del salario. Si el padre no cobra, el chico no come, no se viste, no juega, y hasta es probable que no pueda ir a la escuela porque el padre no tiene ni para llenar el tanque de nafta. Suena burdo, porque burdo es el contexto. Y ante este panorama, con una justicia equilibrada, no hay fallo que pueda satisfacer a una de las partes en detrimento de la otra, ni menos dejar conformes a ambos. De todos modos la justicia no está para enviar presentes de gentileza. Desempolvará la balanza y la vara y se abocará a determinar qué fue primero, si la vulneración del derecho a la educación o la vulneración del derecho al salario, y dirimir en consecuencia. Una de dos, o el juez Lerena obliga a los maestros a ir a trabajar con los bolsillos vacíos, o sentencia al estado a cumplir con su obligación de pagarle los salarios en tiempo y forma, y a otra cosa. Ningún juez sensato resolvería lo primero. Ahora, si el estado persiste en esa lógica kirchnereana patronal, desobediente y mandamás de confrontación y pulseada con el gremio, no hay caso. Y lamentablemente la historia de 27 años de un mismo gobierno dice que en Santa Cruz el estado es kirchnerista. Si, suena feo, pero así lo sienten ellos,  dueños y señores del estado que registraron a su nombre. Como la calle Roca, o las represas, o el centro cultural. Y está visto y probado que el kirchnerismo no garantiza derechos, los confronta. Y si los tiene que colisionar los colisiona. Siempre para adelante aunque encare hacia el paredón o el precipicio, la locomotora K no tiene freno ni marcha atrás. El problema es que en ese mismo tren viajamos todos.