Frances ochoaPor Roberto Ochoa Leía con atención la solicitada del gremio petrolero de Comodoro y las exaltadas declaraciones de su líder, Jorge Ávila, amenazando sobre una nueva “Patagonia rebelde” y me inundaron algunas dudas e interrogantes. En principio noté que no se pide ninguna medida en concreto, se denuncian situaciones, por demás afligentes y preocupantes, y se pregunta: “Qué hace el gobierno de Macri”. ¿No es que el propietario de los hidrocarburos son los estados provinciales, de acuerdo a la constitución de 1994? ¿No deberíamos preguntarles o exigirles primero a nuestros gobernadores? Los episodios de la Patagonia trágica, justamente fueron trágicos y es por ello que nadie en su sano juicio debería querer que ocurran de nuevo. En esa página de la historia, los que perdieron fueron los trabajadores que solo reclamaban cosas tan básicas como velas, papel higiénico y un cuarto cada 4 obreros, entre otras mínimas reivindicaciones. Suena burdo hacer un parangón desde el estribo de una 4x4. Y suena más creíble la amenaza cuando es un gremio que, al menos su par santacruceño, tiene muertos en su haber y al ser allanadas sus sedes casualmente se encontraban armas de todo tipo. El gobierno kirchnerista aplicó retenciones a las exportaciones de crudo, primero cuando superaban los u$s 42,50 y luego lo fue actualizando hasta alrededor de u$s 60. Fue una medida justa, considerando el precio inflado del crudo internacional y protegía el mercado interno, en ese momento era un precio más que razonable y permitió que se desarrollara la actividad de manera pujante. Ahora que el crudo vuelve a bajar la pregunta relevante es: ¿Cuánto vale producir un barril de petróleo? De la respuesta surgirá si se debe subsidiar y a cuánto. El kirchnerismo accedió rápidamente al subsidio de cada barril y las empresas hicieron su negocio, exportando o vendiendo al mercado interno a más de 20 u$s por sobre el valor internacional. , los primeros, y sueldos de 50 lucas, los segundos. Cuándo el estado subsidia es un dinero que es de todos, en realidad subsidia cada vecino, cada laburante por poco o mucho que gane, cada comerciante, sin importar cuanto facture entonces, y para ser justos hay que ser muy cautos y muy precisos para que el docente que gane 8 lucas no subsidie ganancias de los empresarios petroleros ni sueldos que multiplican por más de 6 veces su propio ingreso. Justicia Social que le dicen. Muy probablemente hay que explorar caminos que en la crisis de fines de los 90 no se recorrieron. Seguramente que hoy cada uno tira para su lado en la mesa de discusión, y la primera diferencia sería acordar procesos solidarios donde todos pongan una parte: Estado, empresas, trabajadores. Poner en la mesa de discusión algún impuesto extraordinario, de emergencia, que haga las veces de fondo anti-cíclico (en Santa Cruz teníamos 600 millones de dólares con ese fin, según Néstor, pero no están más, son como el unicornio de Silvio, si alguien lo vio díganle que lo estamos buscando). El desafío tiene que ser encontrar la forma de transitar la crisis de la mejor manera posible y sin agitar fantasmas, ni pretender negociados fáciles como el de SOL o los recientes subsidios a las empresas, donde el ESTADO, o sea TODOS, no sea bobo y ponga para que unos vivos se la lleven. Hoy Santa Cruz resigna una parte de sus regalías para mantener el nivel de actividad, los resigna con los fondos que son necesarios para escuelas y hospitales, para el mantenimiento de la infraestructura de redes de luz y agua que se caen a pedazos. Los vecinos ya están poniendo una parte, las empresas deberían revisar sus costos, mejorar la productividad, aligerar utilidades en tiempos de crisis y los trabajadores también. Es una forma de honrar a quienes los están ayudando a capear el temporal. *El autor trabajó en Gas del Estado hasta su privatización, fue contratista privado en gas y petróleo, y actualmente es docente de escuela industrial