El primer allanamiento de los más de 150 previstos en Santa Cruz, fue en la emblemática casa de Maipú y 25 de Mayo, en el centro de la capital provincial, propiedad del constructor Roberto Gotti, que en 2003 compraron los Kirchner, y en 2008 vendieron a otro empresario de la construcción, Lázaro Báez.
Centro de historias inventadas aunque verosímiles, blanco de supuestos atentados, parada inevitable de las movilizaciones de protesta en 2007, y sobre todo, testimonio vivo del vínculo entre la familia Kirchner y Lázaro Baez.
El chalet ubicado en la esquina de Maipú y 25 de Mayo referencia el barrio de la infancia familiar de Néstor Kirchner. A pocos metros a la redonda se hallan la casa de los abuelos, de la hermana Alicia, y de la madre del ex presidente, además del viejo local donde funcionó en los ochenta el estudio profesional de los abogados Kirchner-Ortíz de Zárate.
La vivienda construida a finales de los setenta pertenecía a Roberto Gotti, miembro de la familia fundadora de la entonces poderosa constructora Gotti Hnos.
Se trata de un chalet de estilo americano, montado en tres niveles, que abarca una amplia superficie del terreno y tiene la mejor orientación posible, sobre la “vereda del sol”. Durante el largo invierno, las mejores viviendas de Río Gallegos buscan la orientación este, de modo de aprovechar la luz natural durante las pocas horas del día. En la planta superior cuenta con la habitación matrimonial en suite en tanto que en la planta inferior se ubican cuatro habitaciones mas y en el subsuelo una cochera con espacio para tres vehiculos.
Néstor la adquirió a pocos meses de haber asumido la presidencia de la nación, pero nunca llegó a disfrutarla debido a que se radicó en Olivos y solo la ocupó en sus esporádicos regresos a la provincia que solía alternar entre Río Gallegos y su residencia en El Calafate.
Además los estatales solían dirigir sus protestas frente a la vivienda, y un día Un loco estuvo a punto de estrellar su camión contra el chalet. Los gendarmes que custodiaban la casa que los Kirchner adquirieron en medio millón de pesos pasaron a formar parte del paisaje.
La decisión de venderla no tardó en llegar. El comprador fue una firma societaria: Epelco SA de un conocido de la casa, Lázaro Antonio Báez.
Los suspicaces aseguran que se trató de una venta simbólica versión que abona el hecho de que la vivienda permaneció deshabitada desde que fue vendida y sus nuevos dueños recién marcaron territorio hace un par de semanas cuando decidieron enrejar el predio con operarios de Austral Construcciones.