PUERTO SAN JULIÁN.- Tras completar con éxito el cultivo en laboratorio, la Fundación Por el Mar emprende la etapa decisiva de su proyecto piloto en San Julián: evaluar cómo se adaptan las algas gigantes al mar.

En la costa de Puerto San Julián, se consolida un proyecto que busca reconectar ciencia, mar y comunidades costeras: la siembra experimental de Macrocystis pyrifera, más conocida como cachiyuyo. Por primera vez en Santa Cruz, un cultivo iniciado en laboratorio fue llevado al mar para probar su desarrollo en condiciones naturales.

Milagros Schiebelbein, bióloga de la Fundación Por el Mar (PEM), resume con entusiasmo el resultado de esta primera fase: “Tuvimos un cultivo de algas súper exitoso que nos motivó un montón para seguir, pero sobre todo lograron alcanzar su tamaño para irse al mar. Así que eso fue lo que sucedió. Se fueron al mar”.

Laboratorio de siembra de algas.

El proyecto, aún en etapa piloto, apunta a probar la factibilidad técnica del proceso y medir el impacto, y, a la vez, explorar usos productivos sostenibles de las algas. “La idea es hacer ciertas pruebas para dos cosas distintas: se van a hacer bioestimulantes, que es para suelo, y pellets alimenticios para ovejas”, explica Milagros.

Las pruebas combinan ciencia aplicada, manejo artesanal y aprovechamiento circular de materiales. Todo comienza con la recolección de esporas en el mar y su desarrollo controlado en laboratorio. Pero, ¿cómo se cultivan estas algas gigantes? Milagros detalla el proceso paso a paso:

“Lo primero que hacemos es colectar las láminas que están reproductivas de estas algas en el mar y pasan por todo un proceso de limpieza y estrés. Esto es para obtener sus esporas y ahí se ponen en un piletón con agua de mar, obviamente que está filtrada y esas esporas se van a pegar en un hilito que está enrollado en un tubo, ahí le vamos añadiendo sales y va siguiendo su proceso de desarrollo y eso tarda más o menos hasta que llega a su tamaño ideal, nueve semanas. Es bastante tiempo”.

Parte del equipo que lleva adelante el proyecto en su instancia definitiva.

Las algas no se reproducen por esquejes como las plantas terrestres, sino por esporas microscópicas. “Para que dimensionemos, esas esporas son súper chiquititas. Es muchísimo menos de un milímetro, no las podemos ver. Y con esas nueve semanas por delante recién tenemos un individuo súper chiquito, que tiene más o menos tres milímetros. Después con el tiempo se transforma en dos algas gigantes, pero bueno, su etapa inicial es bastante lenta y tarda su tiempo en crecer”.

La recolección de esporas se hace de forma artesanal, con mucho cuidado para evitar contaminaciones. “Las esporas están adentro de las láminas del alga. No las vemos, pero están ahí adentro, entonces lo que nosotros colectamos es la lámina completa. Son láminas puntuales que están en una ubicación especial del alga y tienen ciertas características morfológicas, pero básicamente lo que hacemos es agarrar esas láminas y nos las llevamos al laboratorio”, relata.

Una vez en el laboratorio, esas láminas pasan por un proceso riguroso de limpieza y estrés controlado. “Básicamente las limpiamos con agua de mar filtrada que ese sistema de filtración lo armamos nosotros, y es justamente para tener agua en condiciones medianamente estériles. Luego las estresamos y liberan las esporas. Esas son las esporas que se van a adherir al hilo que está en el piletón, y ese hilo tiene que estar de forma prolija, porque eso es lo que uno lleva después al mar. Entonces ese hilito que es muy finito tiene un milímetro, está enredado muy perfectamente, en un tubo de PVC”.

Con el cultivo en laboratorio terminado, el proyecto avanza ahora a una etapa decisiva: evaluar cómo responden las algas al mar. Las líneas sembradas ya fueron instaladas en el agua y el equipo de PEM monitorea día a día su evolución, con la expectativa de que puedan adherirse, crecer y adaptarse a su nuevo entorno. “Lo que vamos a esperar es ver si se adhieren bien, si crecen, si logramos obtener el tamaño, y ver qué modelo de lo que armamos nos funciona mejor”.

El trabajo forma parte de la línea de acción de la Fundación Por el Mar, que busca la creación de nuevas soluciones sostenibles en la Patagonia argentina. Con la primera etapa cumplida, las pruebas en el mar definirán los próximos pasos de esta experiencia pionera. El avance logrado en San Julián refuerza la posibilidad de pensar en un futuro donde comunidades y océanos se regeneren mutuamente.
Fuente: Agencia Ambiente.-