LA NACIÓN / Mariela Arias.-
EL CALAFATE.- No alcanzó a ver la piedra que impactaría contra su casco y la dejaría inconsciente, solo escuchó el aviso de su compañero y actuó rápido. “La roca se desprendió unos 20 metros arriba mío. Ante el aviso me pegué contra la pared de la montaña. Mi compañero sí la vio venir y también se acurrucó. Estábamos hechos un bollito pegados a la pared, pero la suerte trajo la piedra contra mi casco”. Así recuerda hoy Cintia Percivati el 4 de enero pasado, el día que volvió a nacer mientras escalaba la aguja Saint-Exupery por la vía Condorito, en el cordón montañoso del cerro Fitz Roy.
El bloque le rompió el casco, ella colapsó y quedó inconsciente unos segundos. El escalador belga, Sean Villanueva, su compañero de escalada, logró sostenerla por la espalda. En ese estado dijo algunas incoherencias de las que no se acuerda, Villanueva o “El Gordo”, como ella le dice cariñosamente, la tranquilizó: “Hormi, yo te voy a bajar”. Bajar significaba descender a rapel los cinco largos de 30 metros por la pared vertical de la montaña, hasta llegar al suelo. El suelo es un glaciar y a partir de ahí se iniciaría un largo descenso.
“Cuando me habló, entré en conciencia y dejé de hablar porque me di cuenta de lo que estaba pasando, me entregué a su rescate, dejé que me ‘clipee’, estábamos en el quinto largo de la pared escalando cuando cayó la piedra y sucedió el accidente. Entonces había que ‘rapelar’ hasta el suelo, o sea, hasta el glaciar”, recuerda hoy ante LA NACIÓN en la cafetería del Hospital SAMIC en El Calafate, donde pasó casi una semana en terapia intensiva, mientras los médicos seguían la evolución de la fuerte contusión que recibió en la cabeza.
Percivati es baja y delgada y solo sus brazos fibrosos revelan la fortaleza física que la ha llevado a convertirse en la primera y todavía única mujer en América del Sur en obtener un 8c+, uno de los grados más difíciles de la escalada deportiva. Su pequeña contextura y su enorme habilidad para escalar le regalaron su apodo de “Hormiga”, como todos la conocen en el mundo del montañismo y la escalada.
Su rescate fue en simultáneo al del guía Denis Barrionuevo que ascendía la aguja Mermoz, ambas ubicadas en el área remota dentro del parque Parque Nacional Los Glaciares, en el El Chaltén. Los dos operativos estuvieron coordinados por la Comisión de Auxilio del Centro Andino de esa localidad y participaron más de 90 escaladores voluntarios y personal de Parques Nacionales.
La mañana del accidente había empezado temprano: junto a Villanueva y su amiga Cristal que llegó el día anterior desde Bariloche, habían hecho vivac –armar campamento en la montaña- próximo al glaciar de la Laguna Sucia, para dormir en la montaña antes de comenzar la expedición. Aún de noche, salieron caminando por el vivac, y atravesaron el glaciar. Con la primera luz del día ya empezaron a escalar. Para las 11 habían ascendidos cinco largos y fue mientras transitaban el sexto cuando ocurrió el accidente.
“Estábamos escalando. Si bien es una actividad de riesgo, no estábamos en ninguna situación negligente. Simplemente estábamos escalando expuestos a cosas que pueden pasar como es la caída de piedras y la roca cayó en mi cabeza. No teníamos posibilidad de movernos hacia ningún lugar porque estábamos colgados en la pared en un relevo, que es un punto de encuentro de los escaladores”, detalla Percivati, que reparte su vida deportiva entre la Argentina y España, país donde pasa largas temporadas.
Una vez que Villanueva logró descenderla al glaciar que alimenta a la Laguna Sucia, llegaron escaladores de otra cordada que estaban subiendo a la Aguja de la S. Ellos fueron quienes dieron aviso a la Comisión de Auxilio de El Chaltén, a través de la radio, y se empezó a gestionar el rescate. Solo se hace a pie, una distancia que demanda entre cuatro y cinco horas caminando, ya que no hay helicóptero de rescate. Mientras tanto, para ganar tiempo, los escaladores improvisaron una camilla con mochilas, camperas y bastones y la descendieron por el glaciar hasta llegar al vivac.
“Desde que recuperé la conciencia nunca más la perdí, o sea me dolía la cabeza, estaba abombada. Como iba acostada, con el traumatismo en la cabeza el dolor aumentaba, tuve náuseas y estaba muy mareada, con todos los síntomas de alguien que tiene un golpe fuerte en la cabeza, me asusté. Pensé que no iba a poder aguantar la bajada porque recién empezaba y ya estaba así descompuesta”, detalla.
A partir de allí, se inició el descenso, por tramos. Un escalador la llevó en su espalda, hasta que se encontraron con la primera patrulla de rescatistas que la esperaban con la camilla sked (de pvc) y en el siguiente relevo ya la esperaba otro grupo con la camilla Kong, que se porta en los hombros entre dos personas. Mientras descendía recibía el cuidado y aliento de escaladores, muchos de ellos amigos. Ante tantas muestras de amor, no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas.
El descenso llevó varias horas, más de 40 personas participaron de su rescate. “'Gracias a todos’, alcancé a balbucear, emocionada y agradecida antes que la puerta de la ambulancia se cerrara y dejara atrás una escena de entrega desmesurada”, recuerda. La ambulancia la condujo, primero, hasta el Puesto Sanitario de El Chaltén, donde recibiría la asistencia de la médica Carolina Codó y la posterior derivación al hospital de alta complejidad de El Calafate, distante 230km.
Una vida con la montañas
Unos días antes del accidente, Percivati había presentado en El Chaltén el documental Espejo de roca realizado por Esteban Degregori, que retrata el día a día de tres escaladoras que dedican su vida al deporte. La película fue filmada en 2023 cuando Percivate logró alcanzar la vía de dificultad 8c+. La deportista de 42 años, empezó escalando en Buenos Aires, pasó muchas temporadas en las montañas de El Chaltén. En tanto que en los últimos años está enfocada en la escalada deportiva.
El golpe no le dejó secuelas neurológicas. Se terminará de recuperar en El Chaltén para regresar a España donde va a iniciar un curso de guía de escalada, actividad a la que se dedica en forma profesional hace más de 20 años. Ahora siente que le llegó el momento de empezar a transmitir todo lo que aprendió estos años. El accidente no la separó de la pasión que abraza desde los 18 años, solo le puso una pausa para volver.
¿Qué sentís cuando escalás? “Mi objetivo es volver a mi deporte, volver a sentirme fuerte fluyendo de nuevo, tengo esa ilusión y esa necesidad de volver a conectar con mi esencia, con lo que a mí me hace bien. Escalar me hace sentir muy realizada y a nivel físico me hace sentir sana, fuerte y muy viva. Yo cuando tengo días buenos de escalada, me alegra el alma”, concluye.
Percivati repite lo que ya dijo en sus redes: “No tengo palabras para tanto agradecimiento, hacia toda la banda que subió a poner el lomo, las 90 personas entre las de mi rescate y las del rescate del negro Denis que ocurrió simultáneamente. Lamento no poder nombrar a todos porque la lista sería interminable. A todos ellos, infinitamente gracias”.