RÍO GALLEGOS.- La migración decreció al 6.6% y se ubica a nivel nacional en el 4%. Desde la Pastoral Migratoria expresan su preocupación por una medida nacional que estigmatiza al inmigrante asociándolo con la inseguridad nacional.

El día 22 de junio, el Equipo Diocesano de la Pastoral Migratoria de la Diócesis de Río Gallegos cumplió 25 años de actividad junto a los migrantes en la diócesis, en esta tierra que por su naturaleza ha sido y sigue siendo migrante por antonomasia.

Durante este tiempo, la Pastoral Migratoria ha sido fiel a su misión de "acoger, promover, proteger, integrar y celebrar" la vida de cada persona que llega a nuestra tierra.

La pastoral expresa que la experiencia les ha enseñado que la migración, antes de ser "un problema", es una realidad que nos invita a crecer en fraternidad.

Se trata de no excluir a nadie, de comprender que hay lugar para todos porque "todos somos parte de una misma familia humana" [1].
Hemos sido testigos de historias de esperanza, duelos y resiliencia, acompañando a quienes llegan con sus mochilas cargadas de sueños, desafíos y añoranzas.

Nuestro servicio pastoral se ha centrado en reconocer en cada migrante el rostro de Jesús, en cada hermano herido que llega en busca de una vida más digna. Los llamamos por su nombre y abrazamos su realidad. Tenemos el corazón lleno de rostros con nombre, cada uno con su propia historia, sus alegrías y sus luchas.

Lamentablemente, también hemos sido testigos de tratos injustos hacia los migrantes. Estas situaciones preocupantes se han observado tanto en organismos públicos responsables de su acogida como en ámbitos privados.

A lo largo de estos años, hemos tejido puentes entre culturas, celebrado la diversidad y animado la integración. Hemos acompañado celebraciones religiosas, organizado encuentros interculturales, desarrollado múltiples espacios de capacitación en la temática de migraciones y trata de personas, y brindado apoyo en trámites y gestiones. Nos hemos esforzado por ser una voz que promueve la dignidad y los derechos de los migrantes y la necesidad de seguir abogando por políticas que faciliten, y no obstaculicen, la integración de nuestros hermanos migrantes.

En este sentido, adherimos a la preocupación actual que expresa el último mensaje del Encuentro Nacional de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes del mes de junio de 2025 en Luján: "ante el anuncio de modificaciones al régimen migratorio mediante el DNU 366/2025, que afectan principios fundamentales de nuestra Constitución Nacional y estigmatizan a quienes eligen habitar en nuestro país. No se trata solo de los migrantes, sino de ser fieles a la historia de nuestra Argentina", porque "se pretende justificar reformas regresivas en nombre de la seguridad nacional".

Esta situación nos recuerda y obliga a reafirmar que, “el derecho a migrar es esencial e inalienable de toda persona”, de acuerdo a lo establecido en el art. 1° de la Ley de Migraciones 25871.

Nuestra experiencia nos ha enseñado que la migración, antes de ser "un problema", es una realidad que nos invita a crecer en fraternidad. Se trata de no excluir a nadie, de comprender que hay lugar para todos porque "todos somos parte de una misma familia humana". Esta visión ha guiado nuestra tarea pastoral, recordándonos constantemente que en la diversidad está nuestra riqueza y que juntos podemos construir una sociedad más justa y solidaria.

Reconocemos que los países tienen que crear las condiciones para garantizar el derecho fundamental de cada persona a elegir libremente si desea migrar o quedarse en su lugar de origen, de acuerdo con lo expresado por el Papa Francisco: “Libres de elegir si migrar o quedarse”. Esta libertad de elección es parte integral de la dignidad humana que defendemos y del espíritu de fraternidad que buscamos fomentar en nuestra comunidad.

Desde el 11 de marzo de 2008, de acuerdo con las orientaciones de la Comisión Episcopal de Migrantes, como equipo de Pastoral Migratoria iniciamos la tarea pastoral de sensibilización, concientización y prevención acerca de la problemática social de la Trata de Personas, con múltiples propuestas cada año especialmente dirigidas al ámbito educativo y a la sociedad en general.

La Trata de personas es una problemática histórica en nuestra región, especialmente la realizada con fines de explotación sexual, que ha evolucionado a lo largo de los años, desde una aceptación por parte de muchos sectores sociales que la "naturalizaron" asociándola con "lo cultural" como modo de justificación, hasta llegar a ser considerada un delito por parte de las leyes argentinas más recientes.

El Papa Francisco afirmaba que "la Trata atenta contra la dignidad de la persona humana y, con frecuencia, va íntimamente unida a la realidad migrante de sus protagonistas". Considerando que es "una de las heridas más dolorosas de nuestro tiempo la herida abierta de la trata de seres humanos, una forma moderna de esclavitud que viola la dignidad, don de Dios, de tantos de nuestros hermanos y hermanas", haciendo "un llamado a combatir esta 'esclavitud moderna' y a proteger a las víctimas".

La pandemia nos desafió, pero también nos mostró nuevas formas de solidaridad y servicio porque creemos que es necesario “involucrar para promover”. Seguimos aprendiendo y creciendo, siempre con la mirada puesta en construir un “nosotros cada vez más grande” e inclusivo.

Hacemos memoria agradecida de quienes nos formaron y animaron con cariño y con el carisma propio de las migraciones. Un agradecimiento especial a los scalabrinianos P. Aldo Pasqualotto y P. Mario Santilo, quien nos acompaña desde el cielo; ellos fueron quienes sostuvieron nuestro caminar desde los inicios.

Agradecemos a todos los que fueron y siguen siendo parte de este caminar: migrantes, voluntarios, colaboradores, instituciones y organismos con quienes trabajamos en red. Juntos hemos encarnado las palabras de Jesús: "Yo era migrante y me recibiste", como modo de estar "en camino junto con ellos" y de caminar en sinodalidad, lo que implica acompañamiento y solidaridad con los migrantes.

El desafío de estos 25 años, y en un mundo que parecería ir en otra dirección, es que nuestro caminar sea solo el comienzo de un futuro donde la fraternidad y la interculturalidad sigan creciendo en esta tierra patagónica, donde, los "Migrantes, sean protagonistas y misioneros de esperanza"
Como nos recordaba el Papa Francisco: “Estamos llamados a soñar juntos.

No debemos tener miedo de soñar y de hacerlo juntos como una sola humanidad, como compañeros del mismo viaje, como hijos e hijas de esta misma tierra que es nuestra casa común, todos hermanos y hermanas” (cf. Fratelli tutti, 8).

Sigamos, pues, caminando juntos, celebrando la riqueza de cada cultura y construyendo una sociedad más justa y acogedora para todos, unidos en este sueño compartido de FRATERNIDAD UNIVERSAL.