LA NACIÓN / Mariela Arias.-
EL CALAFATE.- Lázaro Báez cumple desde hace casi un año la prisión domiciliaria en esta ciudad. El empresario santacruceño, acusado de lavar dinero, está en una casona de dos plantas de líneas modernas con rejas negras y caseta de seguridad.
En los próximos días, la vista hacia el Lago Argentino que tiene desde los ventanales puede cambiar si los jueces del Tribunal Oral Federal N°4 deciden que regrese a una prisión común a terminar su condena. Por ahora, pasa sus días en una rutina sin estridencias, marcada por pocas visitas y comentarios en redes sociales.
Desde que la Corte Suprema dejó firme su condena a finales de mayo, su situación judicial cambió de manera definitiva: el fiscal general Abel Córdoba ya solicitó que vuelva a una unidad del Servicio Penitenciario Federal y, ahora, serán los jueces del Tribunal Oral Federal 4, Néstor Costabel, Adriana Palliotti y Gabriela López Iñíguez quienes resolverán en la próxima semana sobre la residencia futura de Báez.
El otrora poderoso empresario de la construcción porta una tobillera electrónica que monitorea sus movimientos las 24 horas: de acuerdo a diferentes testigos que transitan habitualmente la costanera “Presidente Néstor Kirchner” frente a su casa, suele ser visto en el jardín de la vivienda, de césped, pero sin flores, o bien en la puerta recibiendo algún envío, intercambiando con las pocas personas que suelen entrar y salir de la casa.
Curiosidades de pago chico: desde que Báez se encuentra aquí, la expresidenta Cristina Kirchner ha visitado varias veces su chalet en el barrio de Chacras, a apenas veinte cuadras de distancia de donde está el empresario con el que tuvo lazos comerciales y la unió un sinfín de transacciones inmobiliarias, reveladas por LA NACION hace más de una década y que luego formarían parte de extensos expedientes judiciales.
Sin embargo, sus vecinos ocasionales aseguran que las visitas que recibe son esporádicas y discretas, que no hay movimiento constante. Pese a que el pedido de traslado al sur tenía también como excusa estar cerca de su familia, el vínculo con sus cuatro hijos está atravesado por problemas de dinero y viejos rencores.
Así lo confirmó el viernes pasado Leandro Báez, el hijo menor, en una entrevista en LN+, en la que responsabilizó a los abogados de su padre por haber sido condenado a tres años de prisión en suspenso por la maniobra de lavada de dinero, y a su padre por haberlo involucrado en sus negocios. Así y todo, detalló que mantiene un vínculo esporádico con él: “Lo fui a ver en enero y sabemos intercambiar mensajes de padre a hijo, el en su rol de abuelo”. Aclaró que no hablan de las causas judiciales. Él eligió tener una defensa separada a la de su padre.
Leandro contó que su hijo de 14 años también visitó a su abuelo en El Calafate. Agregó que su hijo menor, quien nació mientras estaba Báez en prisión, aún no lo conoce.
El otro hijo varón del empresario, Martín, también condenado en la misma causa, cumple libertad condicional en Río Gallegos. Tras pedir autorización a la justicia, estuvo aquí visitándolo hace tres meses, según confirmaron a este medio fuentes judiciales.
En Río Gallegos viven también sus hijas Melina y Luciana, y su exesposa Norma Calismonte, de quien se separó de en medio de las causas judiciales.
Báez rehizo su vida afectiva con una mujer que conoció mientras estaba en prisión, oriunda de Florencio Varela y pariente de otro santacruceño que estuvo detenido en causas judiciales. Se trata de Claudia Insaurralde. Su nombre comenzó a circular en los medios en 2020, cuando Báez obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria y se instaló en un barrio privado de la provincia de Buenos Aires, donde ella lo acompañó. Si bien estaba previsto que ella lo acompañara al sur, no hay datos que así lo corroboren.
Una cuenta de la red social Facebook que lleva el nombre del empresario empezó a tener mayor actividad desde que el 29 de mayo pasado se conociera que la sentencia quedó firme. Una publicación atribuida a Báez publicó dos días después un texto titulado “La injusticia de la justicia”, donde cuestiona que los jueces de la Corte Suprema se negaran a revisar la causa en su totalidad, como había requerido el abogado Juan Martín Villanueva.
En el mismo perfil, en los últimos días Báez publicó posteos favorables al Partido Justicialista, frases sentenciosas referidas a su presente y también un dibujo del aviador Lupín, el protagonista de una historieta que inspiró el apodo de Néstor Kirchner, con la frase: “La gente no Lee, Mira, Escucha, Repite…. Pero No Lee y si no Lee que es lo que Entiende!!!”. A última hora del viernes, en la misma cuenta se compartió un video del actual ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, en un recorte del programa “Animales Sueltos” del que supo ser panelista, donde se refería a la Causa Vialidad, causa por la que Báez también fue condenado.
En la cuenta que lleva su nombre y en la que lo presentan como “Presidente de Austral Construcciones SA”, oriundo de Corrientes y divorciado, recibe muestras de apoyo de militantes peronistas, extrabajadores de Austral Construcciones e incluso de exfuncionarios de los gobiernos kirchneristas en Santa Cruz.
La prisión domiciliaria
La vivienda es una de las propiedades de Báez que aquí sigue siendo una incógnita: otra de las construcciones que erigió durante sus años florecientes y que casi no fue habitada. De dos plantas, color ocre, techos negros y enmarcada con pórfidos patagónicos, también cuenta con un quincho en la parte posterior. La garita de seguridad privada siempre se mantuvo en la casa, aún cuando su dueño cayó en prisión. La presencia de seguridad no impidió que un grafitero escribiera “Korruptos” en la pared exterior, inscripción que fue tapada rápidamente.
Toda la vivienda, ubicada sobre la costanera, está rodeada de un enrejado metálico negro. Pocos aquí en El Calafate, recuerdan que haya estado habitada alguna vez, al igual que el hotel-shopping ubicado a 400 metros de distancia, un enorme edificio de varias plantas que nunca concluyó. Ambos fueron allanados por la justicia en 2016, en busca de posibles tesoros escondidos.
La casa no tiene cortinas, los vidrios polarizados no dejan descubrir señales visibles de actividad en su interior. La última vez que se lo vio en público a Báez fue en 2021, cuando aún cumplía arresto domiciliario en el Gran Buenos Aires. Desde entonces, su figura se ha desdibujado del escenario mediático, aunque su nombre sigue siendo sinónimo de uno de los casos de corrupción más emblemáticos de la Argentina.
La ratificación de su condena por parte de la Corte Suprema selló su destino judicial. El fallo dejó sin efecto los recursos extraordinarios presentados por su defensa y habilitó la ejecución plena de la pena. Ahora, todo depende del Tribunal Oral Federal N° 4, que deberá decidir si Báez regresa a prisión o continúa en su domicilio hasta que se disponga su traslado.El 26 de febrero de 2021, el Tribunal Oral Federal 4 decidió por mayoría condenar a Lázaro Báez a 12 años de prisión por lavado de activos agravado.
Mientras tanto, en El Calafate, el empresario que alguna vez fue el principal contratista de obra pública de la Patagonia, espera. Lo hace en silencio, frente al lago, en una casa que ya no representa poder, sino encierro.