EL CALAFATE.- A través de la publicación en revistas especializadas, el equipo informó que se hallaron dos especies nuevas de tuátaras (réptiles) en Santa Cruz y en Río Negro.
El equipo de científicos del CONICET, Museo Argentino de Ciencias Naturales, Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokyo y la Fundación de Historia Natural “Félix de Azara” dieron a conocer el hallazgo de dos especies nuevas de tuátaras encontradas en diferentes partes de la Patagonia.
Los esfenodontes o tuátaras (Sphenodon) son un grupo de reptiles que en la actualidad se encuentra representado solo por dos especies que se distribuyen en algunas islas de Nueva Zelanda. A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, durante la Era Mesozoica, también conocida como la Era de los Dinosaurios, diversas especies de tuátaras podían encontrarse dispersas en la mayor parte de los continentes.
Las exploraciones fueron realizadas en capas de 70 millones de años en las provincias de Río Negro y Santa Cruz. En aquel entonces no existía la cordillera de los Andes, y los vientos húmedos del pacífico llevaban humedad a la Patagonia, que estaba cubierta de lagos, lagunas, ríos y bosques. Estos ambientes eran dominados por grandes dinosaurios, a cuyos pies se encontraban grandes variedades de organismos más pequeños, incluyendo insectos, ranas, serpientes, aves, mamíferos, tortugas y lagartos, entre ellos los esfenodontes. Debido al pequeño tamaño de los restos de estas criaturas, su hallazgo es muy infrecuente y cada pieza que se descubre reviste una gran importancia científica. Es por eso que cada una de ellas es de gran valor científico.
Durante el año 2022, una campaña paleontológica dirigida en la Estancia La Anita, localizada en las cercanías de la ciudad de Calafate, en la provincia de Santa Cruz, resultó en numerosos hallazgos de pequeños organismos fósiles. En esas capas, la técnica en paleontología Ana Moreno Rodríguez encontró una pequeña pieza con algunos dientes. Este ejemplar resultó ser el de una nueva especie de esfenodonte, que los investigadores nombraron como Notosphenos finisterre.
Esta especie era de tamaño muy pequeño (no habría superado los 30 centímetros de longitud) y a juzgar por la forma de sus dientes se alimentaba de insectos.
Notosphenos es muy semejante a los esfenodontes vivientes de Nueva Zelanda. Este hallazgo junto al de mamíferos primitivos como el ornitorrinco Patagorhynchus pascuali, muestran que las faunas de Patagonia y Oceanía eran más semejantes de lo pensado. Cabe resaltar que, hace unos 70 millones de años, Patagonia y Oceanía estaban conectadas a través de la Antártida, formando un continente común.
A diferencia de lo que ocurre hoy -en donde las serpientes no se encuentran en estas regiones australes- el Notosphenos fue encontrado junto a una gran diversidad de especies de serpientes. Esto, junto al hallazgo de diversos caracoles y tortugas acuáticas, muestra que el clima en la zona era más cálido y húmedo que en la actualidad.
Río Negro
En ese mismo año, pero en la provincia de Río Negro, una expedición paleontológica llevada adelante cerca de la localidad de Arroyo Ventana, en la Estancia Nueva Poupeé, fueron encontrados restos de otra especie de esfenodonte, en capas de unos 70 millones de años de antigüedad.
En este caso, el técnico paleontológico Santiago Miner encontró un fragmento de mandíbula con dientes que resultó pertenecer a una nueva especie de esfenodonte. Esa especie fue nombrada por los investigadores como Alamitosphenos mineri. A diferencia de otras especies su mandíbula era fuerte y formaba una especie de mentón prominente y sus dientes era bajos y anchos.
Alamitosphenos fue encontrado junto a una gran cantidad de huesos pequeños de ranas, serpientes, aves
y mamíferos, así como restos de grandes dinosaurios. Todos ellos fueron depositados cuando un antiguo mar desde el Atlántico invadió el norte de la Patagonia. Este brazo de mar, conocido como “Mar de Kawas” era de aspecto más bien tropical, con una enorme cantidad de reptiles marinos, corales y moluscos, poblando sus costas.
Aquí el Alamitosphenos compartía el ambiente junto a variados esfenodontes de diferentes hábitos: algunos eran insectívoros y se asemejaban a los esfenodontes vivientes; otros eran de gran tamaño, posiblemente acuáticos; mientras que otros parecían ser predadores de pequeños animales. A esta gran diversidad de esfenodontes se agrega el Alamitosphenos, cuyo aspecto hace pensar que se trataba de una especie que machacaba vegetales y semillas. Esto demuestra que los esfenodontes fueron muy diversos en hábitos y que aún estamos muy lejos de conocer todas las especies que existieron.
Hace unos 65 millones de años la caída de un asteroide resultó en una suerte de invierno nuclear que provocó la desaparición de los enormes dinosaurios y otros reptiles. Sin embargo, los esfenodontes lograron sobrevivir a este impacto. Los estudios de la histología en esfenodontes fósiles hacen pensar que al igual que las especies actuales, podían tolerar climas fríos (con temperaturas de unos 5 grados) y eran capaces de refugiarse en madrigueras subterráneas.
Esta capacidad de tolerar las bajas temperaturas diferenciaría a los esfenodontes, no sólo de gran parte de los reptiles actuales, sino también de otros grupos que desaparecieron junto con los dinosaurios por no contar con las ventajas adaptativas necesarias como para sobrevivir a las bajas temperaturas que asolaron la Tierra durante aquel evento de extinción masiva.
Fotografías: Pertenecen al equipo que llevó adelante las campañas en Santa Cruz y en Río Gallegos. Las ilustraciones y reconstrucciones de Notosphenos y Patagosphenos fueron realizadas por el artista Gabriel Lio.