LA NACIÓN / Mariela Arias.-
EL CALAFATE.- ¿El asesinato de Fabián Gutiérrez estuvo planificado? ¿Los jóvenes implicados en su muerte sabían que había cobrado recientemente US$20.000 por una operación comercial? ¿El ensañamiento sobre su cuerpo tiene una explicación racional? ¿Hubo un cuarto participante? Son algunas de las respuestas que empezarán a develarse en las próximas horas en esta ciudad, cuando empiecen los alegatos de fiscalía, la querella y las tres defensas de los imputados por el crimen del exsecretario de Néstor y Cristina Kirchner. Foto portada: Cámara oral.

La noche del 2 de julio de 2020, Gutiérrez concretó una cita secreta con Facundo Zaeta en la casa a la que se acababa de mudar en esta ciudad. Zaeta lo redujo, lo golpeó y lo maniató. Llamó a Facundo Gómez y a Pedro Muñoz, que esperaban atentos en la costanera local. A partir de ahí, cambian los relatos de los jóvenes que se acusan entre ellos de haber sido los ideólogos del asesinato de Gutiérrez. Los tres aceptaron que estuvieron esa noche en la casa y también quedó demostrado por las huellas recogidas en las horas posteriores al crimen. Hay una cuarta huella de calzado, pero nunca se pudo identificar a quien pertenecía.

Durante la última semana, la pequeña comunidad de El Calafate siguió atenta los detalles del juicio oral que aquí se lleva adelante a tres años y ocho meses de los dramáticos sucesos. Los detalles escabrosos –algunos desconocidos– se fueron desgranando sobre el escenario del Complejo Cultural municipal donde se montó el juicio y por el cual desfilaron más de 40 testimonios entre vecinos, amigos de la víctima, examigos y familiares de los victimarios, peritos criminológicos, médicos y expertos en ciencias forenses.

Cuando culminen las exposiciones de las querellas y defensas, la Cámara Oral dará el veredicto por la muerte de Fabián Gutiérrez.

La mañana del 4 de julio del 2020, el país se conmocionó al confirmarse que la desaparición de Gutiérrez había tenido el peor desenlace: su cuerpo sin vida apareció maniatado, desfigurado por los golpes, envuelto en una sábana y semienterrado en el predio de unas cabañas a pocos metros del centro de la ciudad. Desde la noche anterior, tres jóvenes estaban detenidos en la comisaría de la ciudad implicados en la desaparición.

Uno de ellos se quebró y confesó el lugar dónde habían dejado el cuerpo ante el juez de instrucción Carlos Narvarte, quien esta semana siguió cada instancia desde el lugar destinado al público. Desde entonces, Zaeta, Gómez y Monzón, que hoy tienen 23 y 22 años, permanecen detenidos y ahora enfrentan la posibilidad de ser condenados a cadena perpetua por el delito de homicidio calificado por ensañamiento y alevosía.

En el momento del crimen, Gutiérrez ya no trabajaba con los Kirchner, había declarado como arrepentido en la causa de los cuadernos de las coimas y estaba procesado por lavado de dinero. Por la trascendencia de sus vínculos, durante las primeras horas se creyó que se trataba de un crimen con ribetes políticos, lo cual fue descartado durante el juicio, donde el móvil más fuerte sería el económico: de acuerdo a lo que testificaron amigos de la víctima, Gutiérrez había cobrado recientemente dinero por la venta de un vehículo.

La querella, encabezada por los doctores Gabriel Giordano y Sandro Levin, que representa a la familia del exsecretario presidencial, propuso como prueba una reconstrucción cinemática de las últimas horas fatales, que estuvo a cargo del experto en ciencias penales, criminología y criminalística forense Eloy Torales. Como parte del trabajo de la querella se realizó una inspección en todos los escenarios del crimen, del cual también participaron dos de los tres imputados.

“Una cosa lo que se ve en el papel y otra cosa lo que se ve al estar parado en la escena del crimen: sentir que debajo de sus pies hubo un homicidio, donde ahí se percibe la sensación efectiva. Por eso que acá nosotros lo que tratamos de traer es la nueva dinámica del proceso penal”, explicó Giordano, exfiscal de la Cámara Criminal Oral, en la que ahora litiga como abogado.

“Nuestro gran desafío era que esto se esclarezca, no por el chisme por los dichos por los testigos, sino por pruebas científicas. No queremos a nadie preso que no sea responsable y queremos el mayor de los castigos para una persona que no merecía, el sufrimiento y la tortura”, detalló Giordano a LA NACION. Desde la querella pedirán la pena máxima para los tres imputados.

Zaeta, Gómez y Monzón enfrentan cargos por “homicidio calificado por ensañamiento y alevosía y para preparar, consumar u ocultar otro delito, o para asegurar su resultado, o procurar la impunidad para sí o por no haber logrado el fin propuesto”, según el procesamiento inicial. De los alegatos puede surgir los diferentes grados de responsabilidad en el hecho, que no fue discriminado en la etapa de instrucción.

Mientras Zaeta en su indagatoria aseguró que le había enviado foto íntimas a Gutiérrez y que había concretado la cita por orden e iniciativa de Gómez, Gómez asegura que Zaeta pergeñó los sucesos y apuntó a Zaeta como autor del crimen y aseguró que a él lo había invitado a robar, asegurando que la casa estaría vacía.

Gómez llevó a Monzón a la casa de Gutiérrez, y Monzón aseguró ante el tribunal que no conocía ni a Zaeta ni al exsecretario presidencial previo a esa noche. Afirmó que sólo cumplía órdenes de Gómez y que estaba aterrorizado por lo que vio al llegar a la casa y encontrar, según él, a Gutiérrez ya fallecido. Monzón aceptó que participó en la tarea de limpiar la escena del crimen bajo estado de shock. Fue el único de los tres imputados que declaró en el juicio, accedió a responder preguntas y dio el pésame a la madre de Gutiérrez, Teresa García, presente en el juicio.

Durante el proceso, los peritos oficiales convocados por la fiscal Verónica Zuvic confirmaron que el cuaderno secuestrado en la casa de Zaeta con detalles de lo que parecía una planificación del hecho pertenecía a Zaeta y que la estrangulación a Gutiérrez fue realizada por una venda deportiva que fue descartada en un baldío esa misma noche.

Quizás uno de los momentos más intensos del juicio fueron los protagonizados por Francisco Echandi, perito del cuerpo médico forense del Tribunal Superior de Justicia, quien tras una minuciosa descripción de su labor aseguró que para matarlo a Gutiérrez hizo falta más de una persona.

El perito forense determinó que Gutiérrez murió por estrangulamiento y que el cuerpo contaba con una la fuerte lesión en el cráneo, golpes en la cara, marcas circulares en los brazos provocados para someter al cuerpo, un golpe en la mano derecha y la fractura del dedo pulgar de la mano izquierda.

Sobre los cinco puntazos de arma blanca en el cuello Echandi, aseguró: “Esas lesiones aparecen cuando ya se estaba muriendo, aplicadas cuando la víctima estaba en estado de agonía”. Y agregó que se determinan lesiones “overkill” que en términos forenses significaría matar por demás o rematar a una persona.

Las defensas de Zaeta, encabezada por el abogado Carlos Telledín, apuntan a que hubo ocultamiento de prueba de parte de la querella: afirman que no se pudo acceder a la información del teléfono iPhone y pidió que la causa sea sumada a las que se llevan adelante por lavado de dinero en Comodoro Py. Los dichos fueron refutados por la fiscalía y la querella.

A partir de mañana empezará el tiempo de descuento para los tres imputados en el crimen, en tanto los querellantes adelantaron a LA NACION que, cumplido este juicio, seguirán investigando sobre los posibles encubridores del crimen.