LA NACIÓN / Mariela Arias.-
EL CALAFATE.- El sitio arqueológico Punta Walichu, en El Calafate, es una atracción para turistas que llegan a ese destino; pueden disfrutar de platos típicos y conocer la historia de los tehuelches.
A Arturo Nieto de Guadalajara, México, unos amigos le mostraron unas fotos caminando sobre un glaciar y desde entonces decidió que algún día llegaría hasta aquí. Saca fotos con su iPhone y conversa con sus ocasionales compañeros de sobremesa sobre política, finanzas, empresas, cuenta cómo es México y se interesa por la Argentina. ¿Lo novedoso?, la charla discurre en el interior de una caverna ubicada dentro del sitio arqueológico Punta Walichu, relevado por el explorador argentino Francisco Pascasio Moreno, en 1887.
“Febrero 19, mal tiempo… salgo a caminar hacia el promontorio… hago un descubrimiento interesante. Las barrancas verticales están cubiertas de signos trazados por la mano del hombre… hasta este Lago Argentino y que las figuras pintadas que copio de las paredes abruptas y verticales de Punta Walichu, nombre que he dado a este promontorio”, escribió el perito Moreno, en sus crónicas Viaje a la Patagonia Austral.
Estas palabras reciben al visitante en un cartel colocado en el ingreso al sitio arqueológico, ubicado a unos 9 kilómetros de El Calafate, y al que se puede acceder por cuenta propia o bien a través de la excursión “Nativo Experience”, una de las opciones de medio día más solicitada por los turistas que este verano visitan esta ciudad santacruceña. La excursión tiene un enfoque antropológico, ya que realiza un recorrido sobre el paso de los pueblos originarios y redescubre historias de las primeras expediciones que se aventuraron a estas tierras.
“Es muy interesante para mí admirar estas cosas, nos recuerda de dónde venimos, pues que todos somos parte de la humanidad, recordar y verlo, es muy bonito”, detalla a LA NACION Nieto, mientras termina el menú que se sirve el final del tour y consiste en un estofado de cordero presentado en una cazuela de pan, con sopa y postre. Todo mientras el viento se escurre en el interior de la caverna y se cuela en las conversaciones ocasionales. El almuerzo o la cena son las dos opciones posibles.
El sitio se encuentra preservado dentro de la Reserva Natural de la Estancia 25 de Mayo, y se lo puede recorrer desde hace más de dos décadas con visita autoguiada, tiene descuento para residentes y es gratis para niños. Es uno de los sitios favoritos de los jardines de infantes de El Calafate que llevan a los niños del lugar a recorrerlo. Allí, Adriana Aristizábal, artista plástica y una de las propietarias de la estancia, les relata con magia y calidez la historia de los tehuelches y el registro que aún se puede ver impreso en las piedras.
Con los años, la familia propietaria de la estancia, le sumó a la visita autoguiada, la opción “Nativo Experience” que se comercializa a través de Patagonia Profunda, la agencia que brinda diferentes opciones para hacer turismo en la estancia, cabalgatas en la meseta, actividades típicas, recorridos en 4 x4, y hasta una excursión en kayak por el río Santa Cruz.
Arturo Nieto cuenta que vino de viaje a la Argentina por tres semanas, logró caminar sobre los glaciares y destacó la belleza del paisaje en la Patagonia. Tras la excursión, recogerá las maletas en el hotel y partirá al aeropuerto con destino a Mar del Plata.
“Es una excursión pensada para las horas libres que le suelen quedar a los turistas el día de llegada o en el día de partida antes de tomar el avión”, explica a LA NACION, Julián Fores que dirige Patagonia Profunda, la empresa que diseñó este recorrido alternativo.
Durante las 3.30 horas que dura el circuito, camionetas 4x4 recogen a los pasajeros por sus hoteles, los llevan por la costanera local donde reciben información sobre la fauna y la flora para luego adentrarse por caminos de duna por la costa del lago. Antes de llegar al sitio, se accede a un acantilado desde el cual las ráfagas de 80 km/h avisan que el viento es el rey del paisaje. Tras sentir el viento frente al majestuoso turquesa del lago Argentino, las camionetas descienden hasta su orilla para iniciar el recorrido entre los aleros de arenisca donde el hombre antiguo buscó abrigo hace aproximadamente 4.000 años.
“Es un sitio con valor histórico y antropológico y es interesantísimo para conocer la etnia ahonikenk, los antiguos tehuelches, ellos dejaron plasmado en estas rocas su arte rupestre y lo que hacemos en esta experiencia es una interpretación y cenamos o almorzamos dentro de una cueva que tenemos acondicionada para ello”, detalla Cristian Javier Gerónimo, quien guía el recorrido del que participa LA NACION. Cuenta que hace 20 años eligió este destino; llegó aquí desde Buenos Aires.
Su hobby es la permacultura -construcción de casas con materiales orgánicos-, y durante la pandemia formó parte de la edificiación del pequeño café revestido en chapa, similar a las primeras construcciones patagónicas, que recibe a los visitantes en el inicio del recorrido del sitio. Allí venden café, té y algunas delicatessen para quienes llegan al sitio fuera de la excursión.
Fernando Di Paolo, es abogado, vive en Vicente López y también aprovechó el tiempo con la excursión de mediodía. “En estos últimos años empecé a recorrer más el país, antes había viajado más al exterior, me habían dicho que El Calafate era una maravilla, la verdad es hermoso”. El día anterior había visitado el glaciar, y detalla que aquí encontró los precios igual que Buenos Aires. “No lo noté más caro que Buenos Aires, está igual. Lo recomiendo absolutamente, creo que uno no puede dejar de conocer esta parte del país”.
El tour se completa de dos parejas argentinas y otros pasajeros brasileros. Todos fueron o irán al glaciar Perito Moreno durante su estadía. Es la visita obligada, sin embargo se animan a explorar las nuevas propuestas de excursiones que cada año surgen en El Calafate y van ampliando la oferta turística patagónica.