Cuando en la actualidad hablamos sobre discapacidad mencionamos los distintos modelos teóricos que se desarrollaron durante la historia, utilizando esquemas que pretenden ofrecerse como instrumentos empleados para captar y examinar de modo diferente el mundo de la persona con discapacidad, así como para generar nuevas hipótesis y ayudar a evaluar el efecto de situaciones que están más allá de nuestra propia esfera de influencia.

La discapacidad representa un tema de alta sensibilidad para la sociedad y en la comunidad científica se registra una creciente preocupación en cuanto a la revisión de los modelos teóricos con los que se trata y observa al respecto. Los orígenes históricos bibliográficos sobre discapacidad nos remiten a la antigua Grecia, periodo denominado “Modelo de Prescindencia”, ya que toda persona con discapacidad era marginado, descartado y prescindido del entorno laboral, militar y social. La discapacidad entendida dentro de este modelo determinaba a aquella persona como inservible y, en consecuencia, descartable, alguien que no podía generar ningún aporte a la sociedad.

Posteriormente, el siglo XIV y el XV, las personas con discapacidad dependían para sobrevivir de la caridad de la iglesia, la posibilidad de brindarles hospedaje y comida, así como también de algún trabajo dentro del clero que de alguna forma las dignificara como individuos. De esta manera, nace el Modelo Médico o Rehabilitador, cuando las personas con discapacidad ya no son un descarte para la sociedad y a través de los avances médicos y científicos, una gran cantidad de niños sobreviven de sus patologías congénitas y comienzan a tener la posibilidad de ser “rehabilitados” volviendo a integrarse a la vida social.

Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, el modelo social comienza a dar marco a un proceso de concientización sobre la problemática de la discapacidad y su posterior integración a la misma, creando conciencia sobre la temática. Con el paso del tiempo, la realidad de las personas con discapacidad y su interacción en el contexto social fue evolucionando, avanzando sobre legislación y conceptos que deben ser contemplados para incluir de forma autónoma a todos sin ningún sesgo, sin embargo, la actualidad argentina sobre las personas con discapacidad es incierta y por lo menos inquietante. Los avances tecnológicos del siglo XXI mediante los recursos de datificación y métricas que permiten las herramientas tecnológicas, proporcionan la posibilidad de evaluar estadísticamente el cruce de datos, sin embargo, no existen porcentajes precisos sobre cuantas personas con discapacidad hay en nuestro territorio nacional, ni qué condiciones posee cada una de estas personas que permitan generar estrategias sobre políticas públicas.

En el último censo nacional del 2022, el foco de consulta sobre discapacidad no fue inclusivo, refiriéndose a las personas con discapacidad como personas con “dificultad” o “limitación”, términos poco felices que lejos de generar una mayor comodidad desde la terminología sesgan sobre las capacidades y posibilidades diferenciales de cada individuo y su contexto.

La explicación desde el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) sobre la utilización de estos términos en el Censo Nacional 2022 está contemplada en la búsqueda de un porcentaje sobre un universo total de habitantes y no se utiliza la palabra “discapacidad” por considerar que esta tiene diversos significados que pueden solo contemplar a aquellos que posean el Certificado Único de Discapacidad (CUD). Lo llamativo en un primer punto es que el CUD (2001) fue creado para unificar derechos y ahora para el INDEC genera sesgo, en segundo lugar, también es realmente llamativo que, después de doce años de la última estadística nacional no se haya construido una consulta integral, ya que solo se busca identificar “dificultades y limitaciones” para que posteriormente la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) realice otro estudio más específico. Algunas de las pocas consultas sobre la temática fueron: ver aun con anteojos puestos, poder comer, bañarse o vestirse por sus propios medios o escuchar con audífonos.

Muchas agencias, fundaciones y entidades que trabajan por los derechos de las personas con discapacidad consideraron insuficiente y mal construido el enfoque, ya que no se incluye dentro del relevamiento nacional a las personas con discapacidad de forma clara y segmentada, considerando la importancia que tiene este tipo de estadísticas para brindar soluciones asistenciales desde el Estado que permitan una mejor calidad de vida, perdiendo una gran oportunidad enmarcada en una consulta nacional que solo sucede entre décadas.

Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial consideran, según sus mediciones, que, un 15% de la población argentina contempla algún tipo de discapacidad, dentro de una población de 46 millones de habitantes que arrojó el último censo, el numero promedio de personas con discapacidad seria de 6,9 millones. El dato llamativo que se desprende de estas estadísticas es que según el propio INDEC en su último relevamiento del 2018, 6 de cada 10 personas con discapacidad no poseen CUD a nivel nacional, por consecuencia, no acceden a ningún beneficio. Actualmente, según una medición de la Universidad Di Tella, la pobreza en la Argentina asciende al 43% de la población, cifra alarmante si contemplamos que, según estos datos, aproximadamente 3 millones de personas con discapacidad serían pobres o estarían en una situación de vulnerabilidad.

La importancia de generar datos precisos sobre las problemáticas que transitan cotidianamente las personas con discapacidad en todo el país, no debe estar enmarcado únicamente en problemas de contexto económico, a esto se le suman distintas dificultades de larga data y sin solución como el acceso a prestaciones de salud, vivienda, educación y trabajo. Según el propio INDEC, solo el 30 % de las personas con discapacidad tiene empleo dentro de un marco de prejuicios, falta de concientización social y educación. El incumpliendo del 4% de cupo laboral en el Estado y el 5% en la Ciudad de Buenos Aires, genera una situación de aislamiento para con las personas con discapacidad, situación que se profundiza por la falta de controles por parte de las autoridades sobre el cumplimiento de la legislación vigente. Es imperante que estas problemáticas sean consideradas prioridad por quienes toman las decisiones generando inclusión e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

Debemos preguntarnos como sociedad, ¿cuánto hemos avanzado desde aquellas épocas en que se destinaba a las personas con discapacidad a la marginación total, cuantas barreras hemos podido derribar para vincular a todos los ciudadanos con igualdad, cuanto sabemos sobre los derechos de las personas con discapacidad y como debemos de vincularnos de forma natural?

La necesidad de activar las normas vigentes y su cumplimiento sobre los derechos de las personas con discapacidad es urgente, y determinante para la vida de millones de argentinos que necesitan de decisiones coherentes enmarcadas en acciones reales que brinden soluciones a largo plazo.

*Especializado en Comunicación Institucional y Discapacidad. Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Empresa (UADE). Jefe de Comunicación Institucional de la Biblioteca del Congreso de la Nación.