Para el inicio de esta nota quizá convenga citar una anécdota del trabajo histórico en las búsqueda de fuentes sobre los orígenes del peronismo en Santa Cruz, en los meses siguientes al 17 de octubre de 1945 en el semanario La Verdad que se publicaba en Puerto San Julián y que dirigía José A. Aidar, abuelo del ex gobernador José Ramon Granero.

En una columna de opinión Aidar propiciaba una formula que uniera a Juan Domingo Perón con Honorio Pueyrredón, un dirigente radical, abuelo de la candidata presidencial Patricia Bullrich, que tuvo a ese pueblo de la costa santacruceña por cárcel.

El periodista sanjulianense planteaba además la candidatura del escritor local Juan Hilarión Lenzi para que fuera designado gobernador del territorio. El autor de la nota trataba de unir lo nuevo y lo viejo de la política, y encontrar una sintonía entre la política nacional y la lugareña.

En estos días de incertidumbre en los resultados electorales nacionales, mejor que pretender dar respuestas categórica es rastrear las causas de los resultados electorales provinciales y sus limitaciones. Y en ese análisis acotar la mirada en la política local puede servir de mucho para comprender el punto desde el que se emprende una nueva etapa.

La ley de lemas y las reformas que impactaron en la composición de la Legislatura provincial, naturalizaron la existencia de una hegemonía del oficialismo y una presencia testimonial de las minorías. El resultado del domingo lleva a una paridad que obliga al debate parlamentario, con un aditamento: la heterogénea composición de las bancadas del oficialismo y de la oposición complejizan aun más la búsqueda de consensos.

En este nuevo esquema de representación, Unión por la Patria deberá convivir con Daniel Peralta que supo ser un personaje odiado por La Cámpora y otros sectores kirchneristas. Y la presidencia de la Legislatura estará en manos del radical Fabián Leguizamón quien viene de romper con su partido de origen.

A su vez la UCR que en los albores de la vuelta a la Democracia llegó a ocupar el cincuenta por ciento de las bancas en la legislatura, hoy perdió toda representación institucional en la Cámara. Es decir, mientras que por un lado se configuró un sistema de representación plural, que es un avance, a la vez y en paralelo, se produjo una crisis de las estructuras partidarias que merece ser examinado.

Desde la llegada del kirchnerismo al gobierno en 1991 el mejor resultado electoral en elecciones para gobernador lo obtuvo Sergio Acevedo en 2003 con más del 70 por ciento de los votos a su favor, a poco de que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia. Como ya se sabe, dos años después Acevedo debió renunciar por no subordinarse plenamente a lo que pretendían imponerle desde nación.

Daniel Peralta, quien asumió para apaciguar la crisis social de 2007 y terminó ganando las elecciones a gobernador de ese año, si bien permaneció al frente del Ejecutivo por dos períodos, en 2011 terminó sin aliento su mandato horadado por La Cámpora y despreciado por el kirchnerismo, principalmente por la entonces presidenta Cristina Fernández, y por su cuñada Alicia Kirchner, "nos dejaron una provincia quebrada", fue lo primero que Alicia le endilgó a su antecesor cuando asumió el gobierno en 2015.

Esa tendencia del kirchnerismo de soslayar el debate interno, se consolidó con Alicia Kirchner como gobernadora. A esto se debe sumar que la agenda política oficialista desde 2003 estuvo siempre más orientada a la interna nacional que a los asuntos de la provincia.

Los problemas con la educación, y la carencia o deficiencias de los servicios públicos se sucedieron por años mientras la dirigencia oficialista seguía enfrascada en internas nacionales.

Elecciones provinciales

Como en cada elección el gobierno provincial apeló una vez más a sumar la mayor cantidad de sub lemas que en la práctica actúan como colectoras a favor del más votado. Esta ventaja también tiene sus contras, y es la dispersión de propuestas y de esfuerzos que en muchos casos terminan abrumando al electorado. Sobre todo si los candidatos se esfuerzan más por ser escuchados ellos, que en oír las demandas de la sociedad.

Claudio Vidal, surgido en el kirchnerismo y en el gremialismo petrolero dos ámbitos que no son precisamente propensos al debate plural, tuvo la habilidad de ir tentando a la oposición nucleada de modo incómodo en torno a la UCR , a una alianza que resultó efectiva para recolectar votos y al punto que terminó ungiéndolo gobernador de Santa Cruz por los próximos cuatro años .

Ahora se encuentra frente al desafío de transformar esa alianza electoral en una coalición de gobierno.

Y para ello necesita consensos políticos que trasciendan el mero reparto de cargos. La mejora de la calidad institucional de la provincia indefectiblemente requiere de acuerdos legislativos serios. Ya experimentamos demasiadas experiencias de imposición que anulo a los acuerdos en temas de fondo. La política también es un desafío para Vidal, y dentro de ella es fundamental abandonar la lógica binaria de amigo enemigo.

Por su parte la UCR provincial atraviesa una grave crisis política, y ya no se trata de "balbinistas versus frondicistas", o de Renovación y Cambio versus la línea Nacional que encarnaba De la Rúa. El partido atraviesa ahora una dispersión de dirigentes y del electorado. Las buenas elecciones de Costa cada vez que se postuló a Gobernador, solo sirvió para acumular votos pero no para alcanzar el gobierno.

Como consecuencia se agudizaron las crisis al interior de la coalición. A este panorama local se debe sumar la crisis dirigencial nacional del partido radical que parece haber perdido la capacidad de arbitraje, queda abierto el espacio para una recomposición y a la irrupción de nuevos liderazgos.

Los partidos minoritarios ARI, Encuentro Ciudadano y el Pro no están exentos de este debate interno y deberán afianzar una base electoral en medio de un panorama conflictivo. Las minorías pueden ser buenas mediadoras en la política si son capaces de elaborar propuestas acordes a las demandas urgentes de la sociedad.

Además, el debate político se enriquecería mucho más si el diálogo de las fuerzas políticas encuentra interlocutores en la sociedad civil que se expresen con libertad en torno de un proyecto de provincia que sea permeable a nuevas voces y propuestas.

La política se nos presenta como una demanda, ya sea hacia el interior de los partidos, en la gestión de gobierno, o en la solución de problemas estructurales. Pero venimos de décadas de carencia de debate plural, y éste no es un dato menor. Por eso es imprescindible que los actores realicen un rápido aprendizaje en el logro de entendimientos y en la auto limitación de las ambiciones hegemónicas.

El panorama nacional está bastante incierto, como para que esta experiencia de apelar al debate político derive en riñas que se trasladen a las instituciones como supo suceder hasta 1991.

Volviendo al comienzo de esta columna, quizá exista una similitud entre lo sucedido a mediados de los años cuarenta y esté presente : la búsqueda de un sentido positivo a la política en Santa Cruz y junto a ella que se anteponga al sistema institucional por encima de los personalismos.

Queda abierto el debate de cómo se recompondrá el kirchnerismo como fuerza política sin el poder en la provincia.

*El autor es historiador, docente en Ciencias Sociales e investigador en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.