La jornada electoral del último domingo significó para el kirchnerismo no solo la pérdida del gobierno provincial luego de 32 años consecutivos al frente del Ejecutivo, sino también la pérdida de la mayoría absoluta en la legislatura que lo puso en un lugar de paridad respecto de las demás representaciones parlamentarias. A partir de ahora el bloque del Frente de Todos estará obligado a jugar al juego que peor juega y menos le gusta, el de argumentar sus posiciones, debatir los temas, dialogar con el otro, y buscar consensos. Un lugar incómodo para quienes durante tres décadas impusieron su voluntad a fuerza de una mayoría prepotente que no escuchaba razones ni tampoco sabía o le interesaba exponerlas.
A partir del próximo 10 de diciembre la legislatura provincial tendrá una nueva composición, un nuevo rostro, más equilibrado y razonable, más parecido a lo que alguna vez fue en los albores del retorno a la democracia y que con el paso de los años y la consolidación de un sistema autocrático fue perdiendo hasta transformarse en lo que es hoy, un espacio irrelevante donde imperan la soberbia y el ocio a instancias de una mayoría fraudulenta y prepotente.
El calificativo de fraudulento tiene que ver con deformación de la representación legislativa que el kirchnerismo impuso con la figura del diputado por pueblo que literalmente borra la expresión de las minorías. De este modo cambió el sistema para elegir a 14 de los 24 diputados.
El kirchnerismo ya no se sentará cómodo en sus bancas.
Según dictaron las urnas, durante el próximo período legislativo el Frente de Todos será oposición pero ya no contará con 16 diputados sino con 12, y el oficialismo dispondrá de 11 bancas. La restante la ocupará el ARI con el actual concejal y docente Pero Muñoz,
De este modo desaparece la nociva mayoría absoluta que el Frente de Todos ejerce de manera brutal, creyéndose amo y señor de la agenda de los temas que deben tratarse y los que no. Qué asuntos de interés de la población merecen prosperar, y cuales considera que deben archivarse o dormir en comisiones.
Esta paridad además determina que en caso de empate, quien deba resolver la votación, sea el presidente de la Cámara, es decir, el vicegobernador, Fabián Leguizamón. Nunca el kirchnerismo se vio sometido a tanta adversidad, casi una ignominia para su escala de valores.
Quien también ejercerá un rol decisivo en el funcionamiento de la Cámara será Pedro Muñoz. Sin representación de la UCR y Encuentro Ciudadano, cuando el oficialismo busque aprobar una ley que no cuente con el acompañamiento de la oposición, será el diputado del ARI, quien tenga en sus manos el voto que fuerce la instancia del desempate a manos del presidente de la Cámara.
Enorme responsabilidad en un ámbito que define temas trascendentales como la asignación del presupuesto, la coparticipación de fondos a los municipios, la aprobación de los pliegos de los postulantes a jueces, el aporte solidario que impuso el kirchnerismo a los jubilados, el control de los funcionarios y los ignorados pedidos de informes al gobierno, entre otros.
Desde el domingo 13 de agosto las instituciones de Santa Cruz están en condiciones de comenzar a desandar un camino de atropellos e impunidad que podrían devolverle a la sociedad esa condición casi de privilegio de vivir en un estado republicano donde imperen las normas y las leyes en lugar de los arrebatos y la impunidad.