LA NACIÓN/ Mariela Arias.-
RIO GALLEGOS.- Andrés Fernández tenía 19 años, vivía en el Gran Buenos Aires. No conocía el mar, ni el frío antártico, ni había volado nunca en avión. Menos aún conocía la guerra. Su historia se parece a la de cientos de los soldados de Malvinas. Sin embargo, en medio de la desolación en la que quedaron los veteranos de guerra, el encontró dos tablas de salvación: una ciudad que lo abrazó y el arte que sanó su corazón. Fotos Horacio Córdoba.
Cuando terminó la guerra, el buque hospital Bahía Paraíso lo trajo hasta Santa Cruz desde donde lo trasladaron a Buenos Aires. Y aquí recibió un gesto que recordaría para siempre: “Le pedí una moneda a una señora y pude hablar al teléfono de una amiga de mi familia en Morón. Esa mujer caminó 14 kilómetros de noche para avisarle a mi mamá que estaba vivo. Esas cosas que solo entiende el corazón de una madre”.
Pasaron los años, y él volvió varias veces a la ciudad en la que encontró el paisaje que lo conmovía: le recordaba a Malvinas. Hasta que un día logró un traslado laboral desde la ex empresa estatal ENTEL y se radicó, en la ciudad donde se vivió la guerra.
“El paisaje que yo buscaba lo encontré en Río Gallegos pero los astros se alinearon y me regalaron un pueblo que me entendía, y no me escupía, no me ocultaba, como me pasó en los desfiles en Buenos Aires. Y esto no es algo que me pase sólo a mí si no a todos los veteranos de guerra que nos vinimos al Sur. Siempre ponemos la diferencia con Santa Cruz. Aquí se siente, se respira Malvinas”, reflexiona ante LA NACION, en estos días ajetreados de actos y homenaje que anoche tuvieron uno de sus momentos más conmovedores, cuando cientos de personas acompañaron la vigilia con una marcha de antorchas frente al monumento que recuerda a los caídos.
Río Gallegos es la única ciudad argentina que se encuentra en la misma latitud que las Islas Malvinas. Solo 543 km separan la ciudad de la isla de San Rafael en tanto que Puerto Argentino se encuentra a 793 km de aquí. Eso explica que los primeros pobladores llegaron aquí hace 137 años desde las islas, -en una arriesgada travesía en barco- y los convertiría así en los primeros pobladores. Hoy son santacruceños de cuarta generación.
Alturria tenía 19 años cuando fue a la guerra, hacía un año que había empezado la carrera militar. Era cabo y tenía siete soldados correntinos y chaqueños a su cargo. Eran del Regimiento de Infantería XII de Corrientes “Mi recuerdo de Malvinas son ellos, ‘mis siete leones’ les decía yo, con algunos seguimos en contacto, aún me dicen ‘mi cabo’. El recuerdo de esos soldados correntinos es inolvidable”, le cuenta hoy a LA NACION.
Tras la guerra, Alturria siguió su carrera en el Ejército, y en el año 89 le ofrecieron el traslado. “A mi esposa le dije, vamos por 3 o 5 años, porque yo siempre quise volver al Sur, volver a sentir el aire helado. Y acá estamos, hace 35 años ya. Y no nos vamos, tuvimos cinco hijos, consolidamos nuestra familia”. Al tiempo de llegar, un día leyó en el diario local que convocaban a una reunión de veteranos. Su esposa lo alentó a participar. Y así conoció a Andrés y al puñado de veteranos con el que armaron el Centro de Veteranos.
“A veces los veteranos, decimos la causa Malvinas somos nosotros, porque somos los empezamos a luchar contra la campaña de desmalvinización que empezó al finalizar el conflicto, fuimos combatimos, volvimos, nos ningunearon, nos escondieron, nos escupieron. Pero nos levantamos, y así se empezaron a conformar los primeros centros de veteranos, para reivindicar no la guerra, sino a todos los que estuvieron involucrados. Tuvimos la mayor cantidad de suicidios entre el 82 y el 89, tenemos mas de 500 que se hubiesen evitado si hubiéramos tenido el acompañamiento del Estado”, asegura hoy el presidente del centro de veteranos de guerra de la ciudad.
Alturria afirma que pasaron muchos antes que los soldados que fueron a la guerra pudieran empezar a contar la otra parte de la historia. “No fuimos unos loquitos de la guerra, fuimos y combatimos abrazados al fusil. Así recuerdo a mis soldados, fuimos leones, y nos pusimos en la mochila defender la patria”, afirma el hombre que por estos días atraviesa remolinos de emociones.
Mientras Alturria continuaba su carrera como militar en el regimiento de la ciudad, Andrés Fernández desarrolló una carrera como actor y hoy es un referente de la cultura de la provincia. En el teatro encontró su lugar para superar el dolor de la guerra, mantener sus recuerdos y dice, encontrar la belleza.
En su obra “Silencio ficticio” recreó a un excombatiente y sus vicisitudes en la guerra y en la post guerra. Allí con humor y drama relata en primera persona lo que significa haber sido un soldado. También actuó en el film “Locos de la bandera”, hizo el documental “Cartas de Batalla” y escribió “1982, un frío desconocido”. Ahora produce un documental para contar como la ciudad que amó vivió la Guerra. Logró transformar el amor en arte.
“A mí me da la sensación que en Santa Cruz se vive de forma diferente, porque acá sufrieron como nosotros. Y también creo que la labor por malvinizar que hicimos los veteranos también tuvo que ver a que hoy el tema esté muy instalado en la sociedad, nunca paramos de hablar de Malvinas”, cuenta Fernández y agrega “sembramos una semilla y hoy mucha gente joven que se encargan de regarla y ojalá que esa planta siga creciendo”.
“Yo pienso que la soberanía de las Malvinas debería ser la gran excusa para la soberanía de todos los días, esa que tenemos que construir en democracia” sostiene Fernández, “me parece que Malvinas debería ser el faro que debería marcar un camino donde nos lleve a la unidad más allá de las diferencias”.
En 2005 realizaron la primera vigilia del 2 de abril en Río Gallegos, eran cinco veteranos de Guerra y sus familias. Con los años, ese acto sin estructura ni grandilocuencias, fue creciendo. Con los años mas excombatientes fueron sumándose al Centro y con acciones, visitas a las escuelas, charlas y diferentes actividades lograron mantener el tema en agenda. Para este año ya fueron varias carpas armadas durante tres días para la vigilia, y hasta un escenario al aire libre con espectáculos para acompañar la espera.
“Yo aprendí que para el enemigo, somos todos iguales, ni peronistas ni radicales, ni de Boca ni de River, somos todos enemigos para ellos. Y el que está a tu costado, atrás o adelante, no es un número, ni un apellido, es un compatriota que vos le podés salvar la vida o te la puede salvar a vos. Y creo que eso es lo que hay que aplicar todos los días”.
Anoche, cientos de personas, dejaron las diferencias de lado, y los acompañaron una vez más, con un abrazo. Desde la gobernadora Alicia Kirchner que llegó a la medianoche cuando se entonó el himno nacional y la multitud cantó la Marcha de las Malvinas hasta el diputado nacional Facundo Manes (UCR), quien viajó hasta aquí para presentar su libro “Ser Humanos” en el auditorio de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.