Por Lic. Yasmine Mattar *
Ante al avance de la Pandemia CoVid19, numerosos argumentos de filósofos europeos fueron reunidos en una compilación denominada “Sopa de Wuhan”, en la misma se congregan reflexiones respecto al sistema capitalista, la necesidad de repensarlo, y la importancia de crear una sociedad más igualitaria donde todos tengamos acceso a los servicios esenciales.
A su vez Latinoamérica generó su propia versión denominándola “La Fiebre”, allí se plantean las consecuencias ambientales del sistema capitalista, no sólo la crisis alimentaria, sino la destrucción de los hábitats de muchas especies y la degradación de los ecosistemas a nivel mundial. Mientras Europa se plantea su reformulación, Latinoamérica sufre las consecuencias.
Estas reflexiones filosóficas, nos llevan a repensar una vez más el rol del Estado en la sociedad, y su relación con el mercado, como así también la necesidad de reconvertir el liderazgo a través de discursos y decisiones en un mundo donde lo prioritario ahora es la salud. Pero además esta crisis plantea un cuestionamiento profundo a quienes en numerosas ocasiones critican la presencia del Estado en los aspectos más íntimos de la vida cotidiana.
La salud en estos tiempos tan vertiginosos, se volvió fundamental y una prioridad para cada de uno de los Estados. No obstante, los menos garantistas, y reticentes a la presencia del Estado de Bienestar, ven colapsadas sus estructuras.
Lo que sucede en Chile, es un fiel reflejo de la necesidad de repensar el sistema, a mediados de mayo de 2020, Chile llegó al 90% de su capacidad, en cuanto a camas de terapia intensivas ocupadas. Asimismo, al momento tiene un número de 154.092 contagiados, y 2.648 muertos en contraposición con su vecino argentino que para la fecha, sólo tiene 30.295 infectados.
No obstante, el hecho que inspira ésta reflexión está estrechamente relacionado con la crisis social que experimenta Chile desde octubre del 2019.
Todo estalló, luego de que el gobierno de Sebastián Piñeira decidiera fijar un aumento en el transporte público chileno, particularmente el metro, luego vino una oleada de protestas masivas y una fuerte represión policial a mano de los Carabineros. La sociedad chilena dijo basta a un sistema que denostaba la desigualdad social existente.
En Chile el 1% de la población concentra el 30% de la riqueza del país, asimismo el país cordillerano, es considerado la séptima nación más desigual del mundo según el índice de Gini. La salud, la educación y la jubilación están totalmente privatizados en dicho país, y se estima que la clase media le debe en promedio 300.000 dólares al banco. Por ello mismo, muchos de las familias chilenas deben endeudarse para acceder a una educación de calidad y muchas otras han sido estafadas por el sistema de jubilaciones privadas.
Ahora bien, la cuarentena obligatoria en Chile, demostró una vez más la precariedad del sistema social, pues a fines de marzo pasado el Ministerio de Salud decretó una cuarentena parcial en Santiago de Chile, donde las zonas electas para el establecimiento de ésta medida fueron las comunas ubicadas en el cono de alta renta de Santiago, Barnechea, Vitacura, Las Condes, Providencia y Ñuñoa.
“La elección de las comunas en cuarentena devela los altos niveles de desigualdad políticos, económicos y sociales que existen en nuestro país y además las medidas reproducen la desigualdad. No es posible disociar el aspecto sanitario y sus implicancias para nuestra sociedad. La medida deja al descubierto la precariedad de nuestro mercado laboral, y particularmente la creciente relevancia que la economía informal tiene como estrategia de subsistencia para muchas familias chilenas, afirmo Carlos Langue antropólogo de la Universidad de Chile.
Estas desigualdades se hacen más patentes a través de la adopción de un Discurso Bélico por el Estado Chileno, como lo define Maristella Svampa, en la versión latinoamericana de la Sopa de Wuhan, “La Fiebre”:
“El discurso bélico confunde y oculta las raíces del problema, atacando el síntoma, pero no las causas profundas de este, que tienen que ver con el modelo de sociedad instaurado por el capitalismo neoliberal, a través de la expansión de las fronteras de explotación.”
Pero, además, este discurso avanza, y naturaliza una agenda de control social sobre determinados sectores de la sociedad considerados problemáticos a ser: los pobres, los presos y los que desobedecen el control.
Chile tiene además sus características propias. A fines del 2019, el Presidente, estaba completamente deslegitimado, vinculado con el mal manejo de la crisis, sólo lo apoyaba el 10% de la población, es decir sus familiares más cercanos, y quiénes están ubicados en la ultraderecha del espectro político. No obstante, ante la llegada del CoVid19 a Chile, la crisis social se fue alejando del centro de la agenda política.
Piñeira, uso el discurso bélico porque a través de la idea de un “enemigo que acecha a la nación” y que reclama la unidad del pueblo chileno para combatirlo, logró unir una sociedad completamente fragmentada desde el estallido de la crisis social del 2019.
Así, el presidente iniciará una batalla comunicacional, instaurando una imagen de sí mismo como un líder tecnocrático. En numerosas ocasiones se lo verá en conferencias de prensa, conjuntamente con el Ministro de Hacienda, hablando de la agenda económica de Chile. Los temas sanitarios, se los dejará a los expertos, precisamente en la personalización del Ministro de Salud. La idea de ésta estrategia comunicacional será mostrar un gobierno serio, eficiente, y sin apelaciones emotivas, a diferencia de lo que ocurre con su par latinoamericano Alberto Fernández.
Esta imagen gerencial de Piñeira se verá combinada con la utilización de canales tradicionales de comunicación (principalmente la TV chilena) y el uso de redes sociales, privilegiando una lógica de tipo unidireccional, sin lugar a la duda para los receptores, y en el caso de las redes sociales sin la contestación expresa a las críticas de los opositores al régimen.
El presente análisis es inseparable a la lógica que atraviesa el mundo político a nivel internacional, ante el repliegue de la sociedad civil y el mercado, el Estado adquiere un rol protagonista. En el caso de Chile el estilo será tecnocrático, en el caso de Argentina tendrá paternalismo y tecnocracia.
Simultáneamente, los acérrimos enemigos de la presencia del Estado, en el mundo económico, en la seguridad social, reclaman hoy una activa presencia de éste. Quizás sea una oportunidad para el presidente chileno para la reconversión de su liderazgo, y una oportunidad para los presidentes de la región para asumir el liderazgo regional.
Aún no lo sabemos, de lo que sí estamos seguros es que esta solución a de ser global y requiere de una reformulación radical de las relaciones internacionales, en el marco de un multilateralismo democrático, con Estados nacionales en los cuales lo social, ambiental y lo económico aparezcan interconectados y en el centro de la agenda.
*Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Trabaja en la Cámara de Diputados de la Nación, integra el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de la Plata, y es docente en la Universidad Católica de la Plata.
Foto portada: Télam