Por Gaby Mestelán*
Hace un tiempo que no escribo y en este tiempo han pasado y siguen pasando cosas que ameritan decir una palabra pero como dice el poeta en ocasiones “el silencio es la palabra justa”, no el silencio de estar callado, sino el silencio de quien quiere escuchar más y mejor, de quien intenta reflexionar en medio del dolor, de quien busca sentido en medio de lo absurdo.
Voy a decir primero que siento enormemente la muerte de Facundo Díaz, que descuento está en el cielo de los buenos, decir que abrazo a su familia, a sus amigos, a las comunidades educativas en las que trabajó…y decir también que tenemos que hacer que esa muerte, que a esta altura podemos decir que fue claramente evitable, fecunde en algo nuevo y bueno para todos los que azorados recibimos la noticia
Todos perdimos a Facundo, como sociedad perdimos a uno de nosotros.
Una muerte en sí misma es un hecho doloroso, pero la muerte de Facundo trajo de la mano innumerable cantidad de situaciones que van horadando la vida de quienes integran nuestras comunidades educativas y encontraron en la muerte de Facundo el tiempo y el espacio para salir a la luz.
El dolor nos iguala, por eso en el dolor nos encontramos.
La partida de Facundo hizo visible los dolores cotidianos que soportan muchas comunidades educativas que padecen a diario violentación institucional , que sufren el amedrentamiento y hostigamiento permanente a los docentes , la práctica del miedo como modo de gobernar, la falta de acompañamiento, la falta de intervención oportuna, la inoperancia de autoridades que debieran garantizar cuidado y certezas.
También la partida de Facundo puso en evidencia la liviandad con la que como sociedad tomamos ciertos temas delicados y complejos, rápidamente condenamos sin ser jueces, revictimizamos a quienes debiéramos proteger, olvidamos rápidamente aquello que a muchas personas y familias les cambia de manera trágica la vida para siempre.
La muerte es lo único inexorable en la vida, pero no podemos tolerar muertes cuando pueden evitarse, NUNCA MAS MUERTES EVITABLES.
¡Querido Facundo nuestro cariño te abrace el alma!
*La autora es docente y diputada provincial por Encuentro Ciudadano