Por Romina McNamara/Juanjo Ortega.- Cuando las cosas suceden, todo cuanto existe habla, y lo hace a su manera con las posibilidades que le da su propia existencia.
Así nos habla el hermano país de Chile, con sus gentes abarrotando las calles y las plazas intentando visibilizar humilde pero estoicamente lo que sucede.
No es cuestión de un día ni de un gobierno la desigualdad creciente ni la falta de acceso a los servicios públicos básicos que incluyen salud y educación.
Generaciones que habían sido obligadas a razón de una dictadura cruenta, a callar, a obedecer, a no contradecir y a soportar, no sólo demuestran hoy que no han olvidado la lucha, sino que ésta jamás fue vencida.
Cuando hablan desde la infancia a la mayor adultez sin los estorbos de la diferencia de tiempo, es porque es tan genuina y visceral la necesidad que se entiende se diga como se diga.
No han podido antes y menos podrán hacerlo ahora, ordenar despótica y autoritariamente las convicciones de quienes sienten la camaradería que brinda la exigencia de una sociedad más justa.
Matan y golpean cuando no hay razón ni motivo para no acatar y responder a aquello que no se sostiene más porque han hartado a quienes verdaderamente sostienen a diario la economía y la paz social.
La falta de empatía propia de la soberbia y el menosprecio hacia el otro, impone una violencia sin límite que no acepta diálogo alguno ni admite la equivocación.
El que no pueda comprender al pueblo, deberá entonces retroceder y hacerse a un lado, porque la obstinación y la obsecuencia para con el capital no puede pagarse con la sangre de nuestros hermanos.
Fuera Piñera y que resista la rebelión que grita sin miedo.
Viva Chile . Viva la lucha de este pueblo.
Vivan los trabajadores!
Crédito portada: Noticias televisa