LA NACIÓN/Federico Acosta Rainis RÍO GRANDE.- El sacerdote Cristian Abel Vázquez  fue condenado esta tarde a 11 años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal de Río Grande , en Tierra del Fuego . Fue declarado culpable de haber abusado sexualmente de una menor de 13 años en tres ocasiones, entre diciembre de 2012 y enero de 2013. Es el primer miembro de la Iglesia condenado por delitos sexuales en esa provincia patagónica. Vázquez (Foto, el primero a la izquierda), que durante todo el desarrollo de la causa estuvo en libertad, quedó inmediatamente detenido, culpable de abuso sexual simple en dos hechos, en concurso real con abuso sexual agravado por acceso carnal, todos ellos agravados por tratarse de un ministro de culto de la Iglesia, según el veredicto del tribunal compuesto por los jueces Daniel Ernesto Borrone, Juan José Varela y Eduardo López. El cura es uno de los 63 incluidos en la investigación de LA NACION sobre sacerdotes y religiosos acusados de abuso sexual. Una pena de 11 años de prisión es lo que había pedido la fiscal Laura Urquiza, mientras que la querella a cargo del abogado Francisco Ibarra había solicitado 16 años. Al momento de decir sus últimas palabras antes de escuchar el veredicto, el eclesiástico insistió una vez más en su inocencia. El caso Ordenado sacerdote en 2010, a fines de 2012 Vázquez era párroco de la parroquia Virgen del Carmen de Río Grande y mantenía una relación sentimental con la madre de la víctima, por lo que solía frecuentarla. Tal como comprobó la Justicia, los tres abusos ocurrieron en el vehículo del cura, en la casa de la menor mientras estaban solos y en la propia vivienda del sacerdote, en este último caso con acceso carnal. Según explicó a este medio Ibarra, los allegados de la menor notaron cambios en su comportamiento, pero no sabían lo que ocurría: "Ella se retrajo y se alejó de su familia. Y cuando llegaba de visita Vázquez, se recluía en la habitación, se escapaba y no quería estar cerca". Poco después, el cura se fue de Tierra del Fuego, radicándose en Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz. Pero todo salió a la luz tres años más tarde, en 2016, cuando regresó a Río Grande para celebrar una misa: al volver a verlo en la iglesia, la adolescente entró en shock, tuvo una fuerte recaída y días después intentó quitarse la vida ingiriendo pastillas, relató Ibarra. Y fue durante el acompañamiento psicológico que recibió tras ese episodio cuando finalmente pudo contar los abusos que había sufrido años atrás. Con esa información, en noviembre de ese mismo año, la madre hizo la denuncia ante la Justicia. Durante el desarrollo de la causa, la menor dio su testimonio en dos oportunidades en Cámara Gesell y fue evaluada por peritos psicólogos "que consideraron que su testimonio era válido, que no había ningún tipo de fabulación, y no había ningún otro motivo o circunstancia de enojo personal como para denunciar" a Vázquez, según señaló la fiscal Urquiza a LA NACION. Aunque la joven ya tiene 18 años, la querella solicitó que no tuviera que volver a prestar declaratoria durante el juicio y, entre otras pruebas, presentó testigos que declararon que la menor les había contado los abusos sufridos, mensajes de textos con insinuaciones del sacerdote, y una carta que Vázquez le había escrito pidiendo perdón antes de mudarse a Santa Cruz. La causa canónica Al hacerse pública la denuncia en 2016, la Iglesia también comenzó una investigación. En aquella oportunidad, el entonces obispo de Río Gallegos -la diócesis a cuya jurisdicción corresponde Tierra del Fuego-, monseñor Miguel Ángel D'Annibale, convocó a Vázquez de vuelta a Río Grande, lo apartó del servicio e impulsó un juicio canónico, que se desarrolla al margen de la justicia penal y cuya pena máxima consiste en la expulsión de la Iglesia. Dicho proceso aún se encuentra abierto y todavía no tiene sentencia. Crédito de portada: La Nación.